“¡A ti no te falta agua, no te falta nada... y la gente aquí muriéndose!”, le gritaba una vecina de Paiporta, Valencia, a Letizia, la reina de España, el último domingo. “Asesinos”, “Hijos de p...”, “Fuera”, “Perros”, “A qué venís, si estamos muertos ya, a qué venís, ¿qué vais a sacar?”, les increpan a Felipe VI, Rey de España; Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España; y Carlos Mazón, presidente regional. La población pasó de los insultos a la violencia. Les tiraron barro, piedras y huevos a los visitantes. Y lo peor, destrozaron la camioneta de Sánchez cuando huía de la zona de desastre por las inundaciones debido al fenómeno DANA. Más de 200 muertes y otros tantos desaparecidos activaron la rabia, ira y frustración de la gente contra las autoridades.
El sentimiento de los vecinos de Valencia es el mismo de la mayoría de españoles. Pasó en España. Pasa casi siempre en el Perú. Piura sin agua, anemia y desnutrición infantil, homicidios, extorsiones, robos y caos escalan en nuestro país. La furia de los peruanos crece contra los que nos gobiernan. Por ahora se manifiestan en las encuestas, pero nadie duda que esta indignación se traslade a las urnas dentro año y medio. Hace poco la excongresista fujimorista, Rosa Bartra, decía: “En el Perú votamos con el hígado y eso es peligroso”. Más que una evidencia, parecía una queja. Lo malo es que no reivindica todo lo malo que hicieron políticos como ella.
No hay duda que en las próximas elecciones vendrá un chaparrón de rabia contra la clase política. Seguramente aparecerá un “outsider”. Esperemos que no sea un demente que lleve al abismo la democracia. Ojo que la culpa no es de este sistema, es de los políticos que lo han usado para satisfacer sus propios intereses.