El reciente pronunciamiento del Tribunal Supremo de Justicia – TSJ, de Venezuela, ratificando la “victoria” del actual presidente Nicolás Maduro, es la culminación de una burla sistemática a la voluntad popular. El pueblo venezolano votó claramente por Edmundo González Urrutia, como lo muestran las actas publicadas, pero el TSJ, completamente subordinado al chavismo, ha ignorado esta realidad, perpetuando la crisis política del país.

La reacción internacional ha sido inmediata y contundente. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto a diversos países de la región, han denunciado la falta de legitimidad e imparcialidad del máximo órgano de justicia, desestimando su dictamen. Esto subraya lo que muchos ya anticipaban: un desenlace previsible en regímenes socialistas que buscan perpetuarse en el poder a costa de la democracia.

La historia se repite en cada gobierno de izquierda que se aferra al poder. Venezuela se hunde en la miseria, la pobreza y la falta de libertad, consecuencias inevitables de un régimen que despoja al pueblo de su derecho a elegir. Este atropello debe ser resistido con firmeza.

Tanto la lideresa de opisición María Corina Machado como el candidato presidencial Edmundo González deben mantenerse firmes en esta lucha. La democracia en Venezuela no puede darse por perdida, y su resistencia es vital para mantener viva la esperanza de un cambio real. Es necesario seguir adelante, no solo por el presente, sino por las futuras generaciones de venezolanos que merecen vivir en libertad y dignidad.