En un par de meses se viene el fenómeno Niño costero y los más interesados en que se reduzca la vulnerabilidad de las ciudades y las personas brillan por su desidia. Estoy hablando de los alcaldes y gobernadores regionales, en quienes los electores les confiaron sus destinos.

Los perezosos que han ingresado a gobernar vuelven a mirar al Ejecutivo para que les resuelvan la vida, una vez más. Sin embargo, desde el 2012 cuentan con un presupuesto especial para ejecutar obras que reduzcan el impacto de este fenómeno natural, en especial en las zonas lluviosas. ¿Por qué no se fajan?

Ensayo una hipótesis. El presupuesto no alcanza para obras de envergadura que reduzcan el golpe de las inundaciones o la caída de huaicos. Puede ser cierto. Pero aquí un detalle. No se trata de falta de recursos sino de ideas. No gastan el dinero que tienen en las arcas y a lo mucho bordean el 60% de ejecución (hay peores).

Hace una semana me había ocupado de lo ineficientes que son los gobernadores regionales y locales, poniendo en debate el proceso de descentralización de facultades administrativas y económicas. Y este es un buen ejemplo de que falta apoyo técnico para mejorar el uso del dinero público. ¿Podría el Ministerio de Economía y Finanzas darse una vuelta lejos de Lima?