Durante las vacaciones de medio año, en muchos hogares de escolares que estudian en el ámbito urbano ,se establecen una serie de actividades diarias que no se diferencian estructuralmente de aquellas que se desarrollan durante la jornada diaria en los planteles. Así, por ejemplo, los alumnos que deberían estar en pleno período de ocio, descanso y entretenimiento (nos referimos a estudiantes regulares y con desempeños educativos aceptables) repiten por decisión bien intencionada de sus padres, una agenda vacacional diaria parecida a la rutina escolar (marzo-julio), desde el punto de vista cognitivo-intelectual y sobre todo socio emocional.

Un asunto que se reitera es que los escolares se sigan levantando temprano y a una hora fija parecida a la que sucede cuando van a sus planteles ¿No les parece que lo conveniente es que duerman más y no necesariamente se levanten a una hora rígida?

Otra situación estresante es el cumplimiento de una jornada con horario determinado similar al que cumplen diariamente durante y después del colegio. ¿Es conveniente que en las casas se replique una distribución del tiempo de los niños y adolescentes parecida a la de los planteles, aunque sea distinta en su contenido?

No es muy fácil en nuestros tiempos en las zonas metropolitanas, donde ambos padres trabajan, llevar a los chicos al cine, pasear y degustar algún alimento por la tarde o noche. ¿No les parece que sería ideal para los escolares vivir en sus vacaciones estas experiencias con sus padres?

Planteo estas reflexiones en el entendido que el ocio, el descanso y la recreación para los alumnos debe estar circunscrito a la variación de sus tiempos, espacios y actividades para dejar de lado el estrés escolar del medio año y, desde luego, comenzar en mejores condiciones personales el segundo semestre de estudios.