(Foto: Getty)
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Ni el COVID-19 ni el aislamiento social obligatorio han podido detener la epidemia de la violencia contra las poblaciones vulnerables.

Para muestra, un lamentable y constante botón: en lo que va de la emergencia sanitaria se detuvo 7066 personas por agresiones y delitos en contra de las mujeres o integrantes del grupo familiar. Como si esto fuera poco, se intervino a 660 por violaciones, ataques sexuales, acoso o chantaje, entre otros.

CIFRAS

De acuerdo con el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público (MP), las 660 capturas desde el 16 de marzo -fecha de inicio de la cuarentena- hasta el 31 de mayo representan el 75.6% de los casos de delitos contra la libertad sexual. Es decir, se registró un promedio diario de nueve detenidos por ese delito.

De ese total, 173 fueron detenidos por violación sexual y 196 por tocamientos, actos de connotación sexual o actos libidinosos sin consentimiento (ver infografía).

Durante la pandemia también se identificó a decenas de agresores de menores de edad: 114 de ellos detenidos por violación sexual y 82 por tocamientos.

El otro 24.4% corresponde a intervenidos por violaciones a la libertad personal (79), violación de domicilio (74), proxenetismo (32), ofensas al pudor público (17) y violación de la intimidad (11).

DATOS

Respecto a la edad de los intervenidos, poco más de la mitad se concentra en el rango de 25 a 44 años (50.6%), el 20.5% tenía entre 18 a 24 años (20.5%) y el 12.7% de 45 a 54 años.

Si se revisa la cantidad de arrestados desde el inicio de la cuarentena, se observa que de las 11 semanas monitoreadas, la número 10 (del 18 al 24 de mayo) fue la que registró la cifra más preocupante, con un total de 83.

PREVENCIÓN

Sobre el tema, Patricia Garrido, especialista del programa Aurora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), advierte que la cuarentena ha permitido un mayor acceso de los agresores a los niños, y alerta a las personas a cargo de los niños y adolescentes.

“Hay que tener cuidado al salir de casa y ver con quién se quedan los menores, porque el agresor (que en su mayoría está en casa) suele conocer la rutina de los cuidadores”, enfatiza.

En diálogo con Correo, la psicóloga recomienda a los padres trabajar la parte emocional con sus hijos para que sepan decir “no” cuando se sientan incómodos.

“Hay que aprender a escuchar a los niños, muchas veces dicen que no quieren ver a un tío, saludarlo o acercarse”, recalca.

Por ello, pide estar atentos a esas señales, así como los dibujos que elaboran los niños, los que pueden revelar estas situaciones.

“Hay que respetar la privacidad del niño al bañarse, respetar esa parte de su pudor, evitar que duerman con adultos y estar atento a sus redes sociales”, sostiene.

OBSERVACIÓN. A su turno, la abogada Beatriz Ramírez explica que si bien durante el aislamiento obligatorio se ha reducido la violencia en el ámbito público, no pasa lo mismo en el ámbito privado.

“La evidencia es que en los espacios cerrados se presentan casos de violencia sexual y las principales víctimas son las niñas, mujeres, y los principales agresores están en casa”, remarca.

La especialista en temas de género destaca que la cuarentena ha limitado las denuncias de violencia, debido a que no todas la fiscalías atienden ahora, y que aquellas que lo hacen no funcionan en toda su capacidad.

“También hay personas que queriendo denunciar no lo hacen. De acuerdo a una encuesta demográfica familiar, entre el 10% y 20% denuncia violencia de pareja o pide ayuda”, precisa.

La letrada agrega que un gran grupo de mujeres no acude a comisarías para denunciar la violencia física o psicológica de la que es víctima porque “les es difícil”.

“La persona que vas a denunciar puede ser, o ha sido, tu pareja, o un familiar directo. Ese aspecto no es sencillo de manejar para nadie. Muchas personas deciden no denunciar por temor a que le pase algo al agresor; no quieren que vaya preso o tienen pavor de que la gente se entere”, refiere.

ANÁLISIS. Consultada sobre el número de detenido por delitos de violencia contra la mujer, la psicóloga Patricia Garrido explica que los agresores siempre buscan lastimar. Advierte que la epidemia por el COVID-19 no cambia eso.

“Los agresores son conscientes del daño que están generando (...), son personas que disfrutan al someter al dolor a un niño o adolescente”, deplora.

Agrega que los atacantes no son capaces de pensar en su entorno.

“El que ejerce violencia busca satisfacer su necesidad de ver como la otra persona sufre. Tienen cero empatía y son egoístas”, resalta.

En contraste, la especialista destaca que durante la emergencia han recibido comunicaciones de varones que se consideran agresores y piden ayuda.

“Tienen poco control de sus impulsos, son conscientes de que pueden dañar a los demás, pero piden ayuda para ser más asertivos”, manifiesta.

Otro punto que resalta es la respuesta de la sociedad, que muestra más rechazo a este tipo de situaciones.

“Hemos recibido llamadas de terceras personas que han informado sobre situaciones de violencia”, remarca.

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