Ha publicado, junto a Héctor Aponte y Daniel Barona, el libro “El mundo invisible”, una serie de ensayos que refuta pseudociencias y “teorías” como el terraplanismo
Ha publicado, junto a Héctor Aponte y Daniel Barona, el libro “El mundo invisible”, una serie de ensayos que refuta pseudociencias y “teorías” como el terraplanismo

Con un lenguaje sencillo pero bajo la lupa de la ciencia, los ensayos de Víctor García-Belaunde Velarde, que forman parte del libro “El mundo invisible” (Sociedad Secular Humanista del Perú, 2020), critican las pseudociencias y “teorías” como el terraplanismo. Entrevistamos al eticista sobre los peligros de estas ideas y la importancia del pensamiento crítico.

¿Por qué es tan sencillo y hasta atractivo seguir ideas como que la Tierra es plana o que la historia de la humanidad es una versión extendida de “The Truman Show”?

Puede ser muy estimulante estar convencido de que todo el mundo ha sido engañado sobre la verdadera forma de la Tierra y que solamente unas cuantas personas han sido capaces de descubrir “la verdad” tras la conspiración más grande del mundo. El terraplanismo avanza porque las personas nunca estudiaron las pruebas que soportan la teoría de la Tierra redonda. Son fácilmente convencidos si ya creen en otras conspiraciones.

¿La formación crítica desde niños puede evitar que las personas caigan en pseudociencias?

Es importantísimo enseñar a pensar antes que a memorizar. Ahora cada vez más personas tienen Internet desde su celular y solo hace falta meterse la mano al bolsillo para acceder a una cantidad inimaginable de información. El problema hoy no es conseguir la información, sino la capacidad de filtrar la información falsa de la verdadera, la ciencia genuina de sus imitaciones pseudocientíficas. Si seguimos educando ciencia sin escepticismo, sin una verdadera comprensión del método, vamos a seguir produciendo generaciones de individuos propensos a creer en las pseudociencias.

Se puede pensar que estas “teorías” no lastiman a nadie, pero la muerte del terraplanista Mike Hughes, por ejemplo, nos dice otra cosa...

Las creencias pseudocientíficas pueden ser muy peligrosas en el ámbito médico, como sucede con la pseudomedicina más conocida como medicina alternativa, que ha sido probada falsa, como la homeopatía, o que no vale la pena investigar, como el dióxido de cloro, un desinfectante que se usa para blanquear papel. Pero las pseudociencias también pueden ser mortales para los terraplanistas, como sucedió con el “loco Mike”, quien construyó un cohete casero de $ 18 mil, armado en el patio de su casa, para probar que la Tierra era plana como un disco. El cohete a vapor alcanzó una altura de 1500 metros para luego caer y estrellarse vertiginosamente: el paracaídas se desplegó demasiado pronto. Con todo, Mike Hughes se convierte en el primer pseudocientífico que muere por creer en el terraplanismo.

¿Los antivacunas también son un peligro en un momento como este?

Sí, el movimiento antivacunas tiene el potencial de hacer mucho daño. En 2019, la Organización Mundial de la Salud los catalogó como una de las principales amenazas a la salud mundial. Debido al crecimiento de los grupos antivacunas en los últimos años, ha regresado una enfermedad que creíamos extinta, el sarampión. Solo en Europa aparecieron un total de 90 mil casos el año pasado. Y, ahora, este movimiento pseudocientífico sigue impartiendo noticias falsas sobre los efectos negativos de las vacunas, diciendo que produce autismo o que nos quieren controlar insertándonos un microchip producido por Bill Gates.

¿Tus ensayos buscan debatir esas “teorías” para tener una mirada más completa del panorama?

Buscamos atrapar al lector comenzando por alguna creencia pseudocientífica popular, como las creencias en fantasmas o alienígenas ancestrales, para luego buscar una explicación alternativa al fenómeno basado en evidencia científica. Por ejemplo, exploramos la relación entre posesiones demoníacas y abducciones alienígenas de los durmientes, concluyendo que parten de un solo fenómeno psicológico conocido: la parálisis del sueño.

“Sin ciencia no hay futuro” fue una frase que resonó en los primeros meses de la pandemia...

La ciencia puede ser difícil de entender pero da soluciones reales para quienes la aplican. Es la mejor herramienta que tenemos para producir la tecnología que nos sacará de la pobreza, partiendo de la educación en escepticismo científico para la invención de tecnologías que generen valor agregado. Yo agregaría: sin ciencia no hay innovación tecnológica, y sin nuevas tecnologías no hay progreso en todos los ámbitos que nos importan como la salud, la educación y la economía.

Víctor García-Belaunde Velarde

Psicólogo y eticista. Licenciado en Psicología por la Universidad de Lima. Magíster en Historia de la Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es fundador y director de la Sociedad Secular Humanista del Perú.