No se trata simplemente de montar al animal; pacientes con ansiedades severas, falta de autoestima o problemas sensoriales generan una respuesta más adaptada a su entorno mediante el tacto, la higienización o el cepillado del caballo, explica la especialista
No se trata simplemente de montar al animal; pacientes con ansiedades severas, falta de autoestima o problemas sensoriales generan una respuesta más adaptada a su entorno mediante el tacto, la higienización o el cepillado del caballo, explica la especialista

Los ‘Curlies’ o ‘caballos con rulos’, criaturas que podrían revolucionar la medicina terapéutica, captaron la atención tanto de expertos como de curiosos este fin de semana en Buenos Aires, donde tuvo lugar la II Cumbre Latinoamericana de Equinoterapia, un tratamiento que ayuda a superar severas discapacidades psicomotrices en la niñez.

No se trata simplemente de montar al animal; pacientes con ansiedades severas, falta de autoestima o problemas sensoriales generan una respuesta más adaptada a su entorno mediante el tacto, la higienización o el cepillado del caballo, explica María Constanza Núñez a EFE. Núñez, licenciada en terapia ocupacional y profesora de equitación, trabaja con niños y adolescentes en Tríada, un centro de equinoterapia ubicado en la localidad de Fátima, a 62 kilómetros de la capital argentina.

Ese es el caso de Indalecio, de 9 años, quien, según su madre, Mercedes León, fue diagnosticado hace cinco años con trastorno sensorial, de aprendizaje y del lenguaje. “A pesar de sus consultas con psicopedagogos y fonoaudiólogos, la terapia ocupacional le ha brindado mucha más autoestima y seguridad”, relata a EFE.

Mercedes e Indalecio viajaron desde Carmen de Areco, a 140 kilómetros de Buenos Aires, para asistir a una cumbre en la que las federaciones latinoamericanas expusieron sobre sus metodologías de trabajo con el objetivo de profesionalizar aún más la actividad.

León destaca que ‘Inda’ ha mejorado su relación con las personas, ya que los caballos desempeñan un papel importante en enseñar respeto hacia los demás. “Era un tema con el que luchaba en la escuela con sus compañeros”, añade.

La equinoterapia también ayuda a mantener las capacidades motoras en pacientes que no pueden caminar: al montar a caballo, se generan movimientos articulares similares a los de la marcha humana, lo que estimula el cerebro.

Núñez subraya la importancia de que el manejo del caballo, que va desde abrochar una hebilla hasta poner la montura y cuidar del animal, permite a los niños ganar independencia. “En dos o tres sesiones, los padres a menudo me cuentan que el niño ha aprendido a abrocharse el cinturón, a abotonarse una camisa o a peinarse solo”, comenta.

Equinoterapia, autismo y ‘caballos con rulos’ El objetivo de la cumbre es intercambiar puntos de vista, compartir experiencias científicas y técnicas en diversas áreas, explica a EFE la organizadora del evento, Liliana Aguirre, en el predio ferial de La Rural, en Buenos Aires.

“Junto a representantes de distintos países en el ámbito de la equinoterapia, ya sea en salud humana, educación o deportes ecuestres adaptados, hemos formalizado la mesa latinoamericana para poder trabajar en la evaluación de nuestra actividad y seguir creciendo”, indica Aguirre, quien dirige la Fundación Equinoterapia San Juan.

Este año participaron, entre otros países, Argentina, Uruguay, Chile, México, Bolivia, Colombia y Paraguay.

La equinoterapia es especialmente útil en niños con trastorno del espectro autista, un tema al que Marisol Taha, de la Fundación Internacional de Cabalgantes y Actividades Ecuestres (FICAE) en México, ha dedicado la mayor parte de su vida.

“Los beneficios están demostrados, no solo en el autismo. Aportar un enfoque clínico nos permite eliminar la idea errónea de que esta terapia consiste únicamente en ‘subir al niño para dar paseítos en el caballito’”, explica a EFE Taha, quien en 2019 recibió el premio de equitación terapéutica a la comunidad hispanoamericana de manos de la infanta doña Elena de Borbón y Grecia.

Taha señala que esta terapia ha experimentado un crecimiento significativo tras la pandemia de covid-19, ya que “los indicadores de ansiedad y depresión han aumentado”.

“Tenemos casos de niños de 8 años con depresión, desajustes cognitivos e intelectuales en el habla o lo social. Factores como la ausencia paterna, sumados al cambio radical en su entorno psicosocial debido a la pandemia, han obstaculizado su desarrollo”, argumenta.

A esto se suma el uso excesivo de pantallas portátiles, que aumenta la sensación de soledad, llevando al niño a “una depresión que puede llegar a poner en riesgo su vida”.

La exposición presentó la posibilidad de utilizar caballos crespos o Bashkir americano rizado, más conocidos como ‘Curlies’, únicos en Suramérica, con alrededor de 40 ejemplares vivos en la meseta patagónica de Somuncura.

Los ‘Curlies’ son conocidos por su personalidad tranquila, inteligente y amigable, con un temperamento entrenable, constitución robusta y una gran resistencia. Disfrutan estar rodeados de personas y su pelaje es hipoalergénico.

“El caballo es nuestro mediador, facilitador y eje de la terapia, por lo que es crucial tenerlo en las mejores condiciones de salud. El animal posee un instinto maravilloso; con un paciente, es más empático y sensible, generando una conexión y un vínculo entre ambos que resulta inexplicable”, concluye Núñez.

TE PUEDE INTERESAR