La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad que afecta principalmente a personas jóvenes, mayormente mujeres, con una franja de edad comprendida entre los 20 y 40 años. Este padecimiento se encuentra catalogado dentro del grupo de enfermedades raras y huérfanas, con una prevalencia estimada entre el 7.9%. En el Perú, se estima que existen alrededor de 2,500 a 3,000 pacientes que enfrentan la dificultad de no recibir un tratamiento adecuado, lo que supone un desafío tanto para los afectados como para los sistemas de salud.
Iván Dueñas, neurólogo del Hospital María Auxiliadora, explica la importancia de promover el conocimiento sobre esta enfermedad, ya que un diagnóstico temprano y una terapia adecuada pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de los pacientes. “Esto implica proporcionar acceso a medicamentos específicos, terapias de rehabilitación y apoyo psicosocial. Una atención completa no solo puede contribuir a reducir la discapacidad asociada con la enfermedad, sino también a mejorar la calidad de vida de los pacientes”, comentó el experto.
El Dr. Dueñas destaca que los síntomas de la esclerosis múltiple (EM) abarcan la pérdida de fuerza muscular, cambios en la sensibilidad en distintas partes del cuerpo, variaciones en la estabilidad y la marcha, dificultades en el habla que se reflejan en una pronunciación arrastrada o entrecortada, pérdida de visión, deterioro de la memoria y, especialmente, una fatiga crónica y progresiva que aumenta día tras día, teniendo un impacto considerable en la calidad de vida del paciente. Entre los tipos más frecuentes de EM se encuentra la forma remitente recurrente (EMRR).
¿Qué es la esclerosis múltiple recurrente-remitente?
La esclerosis múltiple recurrente-remitente (EMRR) se caracteriza por la presencia de recaídas de la enfermedad, seguidas de períodos de estabilidad entre ellas. Estas recaídas consisten en episodios de nuevos síntomas o empeoramiento de los existentes, que duran más de 24 horas y no son atribuibles a fiebre o infecciones. En esencia, la condición estable se ve interrumpida por la aparición de nuevos síntomas o el agravamiento de los ya existentes.
“Los síntomas pueden variar ampliamente entre los pacientes, pero algunos de los síntomas tempranos más comunes incluyen pérdida visual en uno u otro ojo, hormigueo e insensibilidad, visión doble, fatiga, urgencia urinaria, problemas de equilibrio y debilidad. Diagnosticar la EMRR implica identificar dos o más episodios de la enfermedad, junto con periodos estables, y el descarte por medio de pruebas de diagnóstico como la resonancia magnética (MRI) o la prueba del líquido espinal las cuales pueden distinguirla de otros tipos de la enfermedad”, explicó el Dr. Dueñas.
El especialista explica que, en términos de tratamiento, se han probado diversos agentes modificadores de la enfermedad, todos destinados a reducir el número de recaídas, la actividad de la EM y la discapacidad asociada. El pronóstico para la EMRR es altamente variable, sin embargo, la mayoría pueden enfrentarse a recaídas frecuentes y requerir tratamientos médicos continuos.
Finalmente, el Dr. Dueñas enfatiza la importancia de acceso oportuno al tratamiento y la necesidad de una ruta especializada para orientar a los pacientes, además de la importancia de reducir los trámites burocráticos para facilitar la atención y el uso de tratamientos adecuados a la enfermedad.