Educar emocionalmente a los niños y niñas para el buen desarrollo de su inteligencia emocional, sin lugar a duda, permitirá que en el futuro logren ser adultos equilibrados y felices, con una gran capacidad para canalizar adecuadamente sus emociones, manejar conflictos y ser empáticos, lo que les brindará calidad de vida y una adecuada salud mental.
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En Perú, según el Ministerio de Salud, dos de cada 10 peruanos padecen de algún trastorno mental. Asimismo, en el caso de los niños y adolescentes, el 30% está en riesgo de presentar un problema de salud mental de tipo emocional, conductual o atencional.
Teniendo en cuenta este escenario, es de vital importancia que los padres sepan guiar a los hijos en el manejo de sus emociones, estén atentos a ellos y sean un buen modelo de estabilidad emocional.
“En la infancia, el niño ve la forma de comportarse de los padres y es ahí donde se convierten en sus primeros referentes adoptando ese modelo de conducta. Por ello, ante un desequilibrio emocional, lo más importante es que los padres mantengan la calma y que ayuden al niño a tranquilizarse, sin hacer uso de violencia física ni verbal. Una vez que el niño se ha calmado, se debe conversar con él y enseñarle que en este último estado obtendrá mejores beneficios”, comenta la Dra. María Elena Escuza, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Norbert Wiener.
Ante esta situación que suele ser complicada para muchos padres, la especialista nos brinda cinco consejos para educar emocionalmente a los niños:
- Ensénale a reconocer sus emociones. A los 9 o 10 meses, los niños son capaces de distinguir las caras con sus respectivas emociones. Sin embargo, a partir de los dos años, es recomendable e importante que los ayudes a diferenciar y reconocer sus emociones, debido a que empiezan a interactuar con los adultos y otros niños. Si lo ves triste o preocupado, pregúntale con confianza el motivo. No los juzgues y trata de entender el mundo del niño.
- No evadas la situación. Cambiar el tema no es la solución. Es importante que el niño viva sus emociones, pero de forma adecuada, con un manejo que debe ser guiado por su familia, en especial, por sus padres. Lo más importante es nunca reforzar conductas inadecuadas como, por ejemplo: ir a una tienda y que el niño pida que le compren un juguete que no estaba pensado ni presupuestado, es en ese momento en el cual los padres deben ser firmes y no ceder frente al requerimiento del niño. Ello ayudará a que el infante aprenda a calmar sus emociones mediante otros mecanismos que no sean obteniendo únicamente un objeto.
- Fomenta momentos sociales. En los que tenga que compartir con otros niños, intercambie emociones y aprenda a controlarse. Por ejemplo, frente a un juego, deberá respetar las reglas y manejar una posible frustración.
- Atiende sus necesidades a tiempo. Si el niño quiere hablar sobre algo que le sucede, no pospongas la conversación, háblalo con él y oriéntalo. El niño debe sentir la seguridad de que el padre o la madre lo ayudará a tranquilizarse y a manejar sus emociones. Ten en cuenta que es un entrenamiento continuo, hasta que el niño logre su independencia emocional.
- Busca ayuda. Si el niño presenta reiteradas conductas desafiantes, pierde los papeles, no controla sus emociones y a pesar de la orientación de los padres estas conductas persisten, sería bueno visitar a un especialista que, con las herramientas adecuadas, guiará al niño hacia un mejor manejo de su vida emocional.
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