César Olivares Acate es hoy uno de los poetas más importantes de la región y su poética, ya conocida en la crítica nacional, se inserta en aquellas tradiciones estéticas que buscan simbolizar lo indecible, lo inexpresable; lo que, por su crudeza y horror, causa una conmoción en los sujetos. En el 2021 fue merecedor del premio Copé de plata por su poemario Buey Manso o doce cantos para disuadir al matarife; texto en el que la palabra poética es capaz de asombrarse y penetrar lentamente en lo comúnmente inexpresable para deshacer las distintas formas de violencia que alberga la humanidad.
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En el 2024 acaba de publicar AVES EN EL PENTAGRAMA, poemario en el que el sujeto lírico busca el consuelo y el homenaje para aquellas voces que quedaron en el ayer.
Las cinco líneas del pentagrama cobijan a las aves que, de cuando en cuando, surcan las emociones y los sentimientos que configuran la poética de César Olivares Acate.
En AVES EN EL PENTAGRAMA, la poesía se convierte en el continuo peregrinaje que las voces de hoy realizan por aquellas habitaciones impregnadas de imágenes familiares; la poesía de César Olivares Acate es el atávico viaje por aquellos espacios olvidados que solo el dolor y la pena recrean. Como señala Roberto Jauregui, en AVES EN EL PENTAGRAMA el dolor y el duelo no son una idea, los recursos estéticos de su poesía no quieren llevarnos a una contemplación abstracta o a una experiencia divorciada de la realidad.
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La poética del duelo
Una constante en varios de los poemas de AVES EN EL PENTAGRAMA es la configuración de una estética del dolor por la pérdida de un ser querido.
La aflicción transciende los momentos cotidianos y se sitúan en un lugar de mucho mayor trascendencia; la poesía de César Olivares nos revela que el duelo es un fenómenos tan eterno, antiguo y humano que solo el lenguaje de la poesía es capaz de resignificarlo; “después de cuarenta años sigue siendo un niño con la cabeza rota en la memoria de la abuela / A la hora de la muerte, los hombres siempre retornan a la infancia”. (Ave paseriforme). El duelo encierra el enigma de lo fatal; es algo que conocemos, pero que deseamos ignorar; “mi abuela refleja en sus ojos la mirada de todos sus hijos muertos / a estas alturas, la muerte es buen cirujano para las dolencias del cuerpo”. (Desolación). Inevitablemente los poemas de AVES EN EL PENTAGRAMA permiten (u obligan) a que los lectores pensemos el misterio de la muerte y sus distintas posibilidades.
El acontecimiento de la muerte es también cultural y se instala en cada una de las tradiciones humanas. En el poema Quince (Antígona), por ejemplo, se recrea y resignifica la tragedia griega y, sobre todo, el dolor de Antígona por la pérdida de su hermano Polínice; “A Polínice lo acribillaron en un cruce de caminos a orillas de un night club argosiano / su cuerpo quedó tendido en la boca abierta de la noche”. De acuerdo con esto, la poesía de César Olivares Acate no solo reflexionar sobre el duelo de la heroína griega, sino también sobre qué tan cercanos somos a este personaje milenario cuando el duelo ya habita en nosotros.
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Poesía y tiempo
Mi reflexión sobre AVES EN EL PENTAGRAMA se ha centrado básicamente en la noción del duelo y las imágenes del dolo y el sufrimiento que este genera; sin embargo, hay un elemento transversal en la propuesta poética de César Olivares: la relatividad del tiempo en la percepción de los hombres. En el poema Treintaiséis (Cuánta vida a los relojes) percibo que hay una forma convencional de entender el paso del tiempo y otra forma que es más personal y cotidiana, según los estados emocionales y afectivos del sujeto; “pero en mi hogar el tiempo es un insecto muerto en las paredes”. La imagen es muy visual, pues como lector me puedo imaginar la mancha del insecto muerto en la pared, pero no puedo precisar qué tiempo ha pasado desde que el cuerpo vivo se hizo cadáver. Esto último también lo noto cuando en el poema Nueve (Independencia) el sujeto lírico en breves instantes de tiempo revive una vieja escena familiar con nuevos protagonistas; “Mi hijo pronto dejará el hogar, mi esposa debe prepararse para tan feroz descubrimiento”. El tiempo es también relativo para los lectores y cuando mañana más tarde vuelva a releer estos versos es posible que ya me encuentre en nuevos escenarios y descubrimientos lo cual es -desde mi perspectiva- una de las mayores virtudes de AVES EN EL PENTAGRAMA.
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