Adornado con flores que dan vida al lugar. (Foto: GEC)
Adornado con flores que dan vida al lugar. (Foto: GEC)

Pocos lugares de Arequipa aún conservan parte de la historia a través de la arquitectura, donde los arequipeños dejaron huella de sus actividades. Uno de estos lugares es La Hostería, a pocos metros de la plaza de Armas, donde los turistas además de disfrutar de la vista, pueden enterarse del desarrollo de la ciudad  desde el siglo 17.

En esta sección, Correo te lleva de paseo, llegó hasta la calle Bolívar 407, donde se muestra un mosaico de la historia contado a través de las estructuras en un lugar de la ciudad. Una casona que tiene varias fases históricas; barroco, neoclásico, art nouveau, neo arequipeña.

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De acuerdo al arquitecto William Palomino, una de sus particularidades es el zaguán que está construido de sillar y tiene la reconstrucción después de un terremoto. La casona, a estilo colonial, logra impactar con su decoración y ambiente, ya que está conservada, acondicionada con muebles y accesorios de la época.

Además, cuenta con patios, balcones, terrazas, pérgolas y más zonas pintadas con bellos colores y adornadas con flores que le dan más vida al lugar. Un sitio ideal para darse un merecido descanso luego de los paseos por la ciudad. Sumado a ello, se ubica frente al Monasterio de Santa Catalina y la terraza muestra parte de la campiña arequipeña y los tres volcanes.

En la primera fase histórica, barroco, revela la arquitectura del siglo 17, un ambiente donde se encuentra el baño romano y funcionaba la Aduana de la ciudad. “Algo que destaca en este espacio, son los antiguos hornos, donde se colocaban los mecheros para las habitaciones. También se ven las marcas que dejaron en su momento y se puede observar que aún son parte de la época”, explicó.

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Ambientes de más de 100 años aún se conserva en el lugar a pesar de los terremotos. Además de brindar este conocimiento, introduce al visitante en una ciudadela, ya que cuenta con un ambiente similar a una plaza, callejones y arquitectura de diferentes épocas.

Con el tiempo, se convirtió en un “tambo”, aposentos donde llegaban los arrieros, y actualmente funciona un hospedaje comercial.


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