El poeta nació en Guayaquil, cuando este puerto pertenecía al Perú, hecho que ocasionó algunas controversias relacionadas con la peruanidad del poeta.
El poeta nació en Guayaquil, cuando este puerto pertenecía al Perú, hecho que ocasionó algunas controversias relacionadas con la peruanidad del poeta.

Acaban de celebrarse los hechos centrales de homenaje por el bicentenario de la batalla de Junín, holocausto bélico y patriótico en el altar de la patria protagonizado por las fuerzas patriotas al mando de Simón Bolívar en las extensas pampas de las alturas de la sierra de ese heroico departamento. La proeza, ante una hazaña que momentos antes de su culminación parecía una empresa perdida, relumbró y alcanzó brillo deslumbrante gracias a la acción sublime y heroica de los históricos y célebres Húsares de Junín, al mando del liberteño José Andrés Rázuri.

VER MÁS: Jorge Flores: El vuelo del Kende y otros cuentos

El trascendental acto bélico motivó la inspiración, pletórica de admiración y sentimiento patriótico del guayaquileño José Joaquín Olmedo, quien plasmó su creación en la extensa “Oda a la batalla de Junín”.

LA ODA Y LA POESÍA ÉPICA

La ocasión es oportuna para explicar que la oda es un poema de admiración y entusiasmo por una hazaña gloriosa. Su naturaleza es la admiración y elogio de personajes y acontecimientos, y se plasma a través de creaciones, cuya máxima expresión es la epopeya, o creaciones sobre hechos capaces de interesar a civilizaciones enteras, como La Iliada y la Odisea; después viene el poema épico, en que el interés se limita a una nación o conjunto específico de naciones, como “El poema de Mio Cid en la literatura española; una tercera manifestación es el canto épico, cuyo objeto es en torno a un acontecimiento específico, como en el presente caso de Junín.

Una cuarta especie de poesía épica es la leyenda, mezcla o combinación de hechos reales o históricos y recreados o imaginarios, de interés para pueblos delimitados o específicos.

El canto a la victoria de Junín combina los elementos del canto y el poema épico, porque su interés no se limita a la nación peruana sino también a todos los países de América que luchaban por su liberación del yugo español.

PUEDE LEER: Angel Fidel Velásquez y las correrías de su último zorro

JOSÉ JOAQUÍN OLMEDO

El poeta nació en Guayaquil, cuando este puerto pertenecía al Perú, hecho que ocasionó algunas controversias relacionadas con la peruanidad del poeta. Estudió en Quito, entre 1789 y 1792 en el colegio de San Fernando; después vino a Lima, e ingresó a estudiar en el colegio de San Carlos. Se afirma que fue un buen estudiante y se recibió de doctor en 1895. Salvo algunas encomiables inquietudes, ingresó a la poesía el año 1807 a raíz de unas composiciones inspiradas por la muerte de la princesa de Asturias, doña María Antonia de Borbón, cuando el poeta pronunció una sentida elegía. Al año siguiente, es decir en 1808, cuando fue nombrado catedrático de Digesto en la Universidad de San Marcos, el poeta recitó unos versos en honor del virrey Fernando de Abascal. Compuso también su oda “Al árbol”, así como sus cantos “A Miñarica” y “A la victoria de Junín”, que es la máxima expresión de la poesía olmediana. Asimismo, cuando en 1814 falleció su madre, los efectos fueron sumamente penosos. Entonces aún sin reponerse vino a Lima y escribió “Silva a un amigo en el nacimiento de su primogénito”.

En realidad, Olmedo se resintió seriamente con Bolívar por haber anexado Guayaquil a la Gran Colombia y no al Perú, como era el sentimiento de Olmedo.

Pero a raíz de que el Congreso en 1823 le encomendó junto a José Faustino Sánchez Carrión para que invitaran a Bolívar a venir al Perú, evolucionó en su posición por la causa de la libertad del Perú, que se consolidó con las victorias de Junín y Ayacucho.

LEER AQUI: Charlie Becerra y el “Aullar las sombras”

LA OPINIÓN DE LUIS ALBERTO SÁNCHEZ

A la luz de la crítica especializada, es decir, desde el punto de vista estrictamente literario, el famoso “Canto” es cuestionado por su falta de originalidad, así como por ser demasiado artificioso, falta de originalidad y adulador. Por ejemplo, los versos “El estruendo horrendo que en fragor revienta / y sordo retumbando se dilata / por la inflamada esfera / al Dios anuncia que en el cielo impera.” son “hiperbólicos, pero los disculpa la locura bolivarista que de todos se había apoderado”. Es el pensamiento que el historiador de nuestra literatura desarrolla en su libro “Los poetas de la colonia y la revolución.

El propio libertador en una carta harto conocida se burlaba de un desliz literario del poeta: “usted dispara… donde no se ha disparado un tiro”, con lo que aludía a la batalla de Junín, que no fue con proyectiles, sino con arma blanca”.

VER AQUÍ: Jorge Segura y su perspicaz mirada al mundo de Simón

LA POSTURA DE AUGUSTO TAMAYO

El notable crítico Augusto Tamayo Vargas, en su “Literatura peruana”, tiene una opinión más serena y equilibrada: “Todos nuestros críticos han subrayado ese viril entusiasmo, esa facilidad de la composición que desarrolla la oda ‘A la Batalla de Junín’, en ágiles expresiones y con elevada entonación, donde el idioma adquiere belleza y resonancia”. A continuación subraya: “Olmedo es el gran cantor de la gloria bélica con el telón omnipotente de las cumbres andinas”.

VER MÁS: Marco Martos y su cuento infantil “Los gatos de Coronté”

EL EQUILIBRIO CONTEMPORÁNEO DE JUAN ALBERTO OSORIO

El destacado y fecundo crítico y narrador sicuanense es más justo y equilibrado. En su libro “Sobre literatura peruana” incluye dos artículos: “Bolívar y la oda a la victoria de Junín” y “Olmedo y la victoria de Junín” (2018). En el primero aclara: “Los versos de Olmedo, en muchos pasajes, buscan portar nuevos contenidos, esta vez ya no provenientes del nivel semántico. Son más bien nuevos contenidos que enriquecen, al reiterar significaciones sonoras. El poeta busca graficar o explicitar el contenido añadiendo cargas fónicas, simbolismos fónicos”.

En el otro artículo citado, Osorio destaca claramente: “José Joaquín Olmedo fue uno de los intelectuales más distinguidos de la emancipación. Al margen de las mezquindades, reconocemos en su célebre oda ‘A la victoria de Junín’ uno de los hitos de la literatura peruana”.

LE PUEDE INTERESAR