La muerte, lo único seguro que nos espera, ese inevitable fin del que no queremos hablar, es precisamente lo que motivó al doctor Elmer Huerta, para escribir “El buen morir” (Editorial Planeta). Una guía integral sobre la muerte, abordada desde perspectivas médicas, culturales y humanas. ”Lo veo como una reflexión de lo que sucede normalmente en la vida, Cuando nace un bebé, la sociedad entera, los padres obviamente, la familia, se desesperan por darle vida, un buen crecer a ese bebé”, afirma concluyente Huerta.
La llegada de un bebé siempre será una prolongada fiesta de bienvenida...
Pero cuando morimos, morimos solos, al moribundo no se le quiere visitar, nos da: ‘ay qué cosa le voy a decir’. Allí hay una incongruencia, así como hay un buen nacer, un buen crecer, también puede existir un buen morir.
No estamos preparados para despedir también a una buena vida. Y eso antes era así, precisamente en el primer capítulo del libro, arranco con un análisis de la historia, cómo es que las civilizaciones antiguas siempre han visto la muerte como una suerte de celebración.
¿Y en qué momento esto cambió? En 1954, cuando se impulsó la máquina de respiración artificial y el ser humano por primera vez en la historia logró postergar la muerte. El tubo te mantiene en pie y con eso vino la unidad de cuidados intensivos, y con eso qué vino, todas las intervenciones que hay para alargar y pelearle a la muerte, su ocurrencia. Eso cómo se llama en medicina, la medicalización de la muerte.
¿No es contradictoria esta afirmación, esas herramientas no son necesarias para salvar vidas?
Para muchos casos, es maravilloso que tengamos respiradores artificiales. En la dura etapa del COVID, cuánta gente se salvó, pero las estadísticas indican, por ejemplo, que en los Estados Unidos, el 70 por ciento de los pacientes que están en la Unidad de Cuidados Intensivos, son pacientes irrecuperables, es porque la familia quiere que esté, y porque el médico no sabe hablar de la muerte con la familia, hasta que se muere, tras semanas.
Ese escenario sí es totalmente distinto.
Allí cambia la cosa, la muerte se medicaliza, y aparece un concepto que se llama, el encarnizamiento terapéutico. Es un paciente terminal, ya no hay nada más que hacer, pero el médico se esfuerza en dar cosas para darle vida, sin prolongar digamos una existencia con calidad.
Allí la familia tendría que decidir qué hacer con el paciente.
Más importante que la familia, es el paciente, y eso te lo dice el libro, este libro no te va a enseñar a morir, el objetivo es hacernos reflexionar, y en el capítulo cuatro, precisamente hablo sobre lo que se llama el testamento vital, que es un documento nada complicado. Yo, Elmer Huerta, consciente de todas mis facultades, quiero que: cuando llegue el momento de que esté inconsciente y no sea capaz de pronunciarme, no me entuben, no me den resucitación artificial, mi cuerpo debe ser cremado, mis órganos deben ser donados, firmado con su notario y su abogado. Mi familia lo sabe, mi familia está consciente, y allí yo decidí, no mi familia, porque la familia sufre mucho.
¿”El buen morir” se enmarca en algún género?
Más que un manual, es una guía distribuida en siete capítulos básicos, el primero es muy simple, cómo hemos visto la muerte a través de la historia, el segundo, qué pasa con los temores, con tu cuerpo, cómo hay que reconocer cuando un paciente se está muriendo, un familiar. El tercero habla sobre la medicalización de la muerte y la encarnizamiento terapéutico, y el cuarto habla sobre cómo hablarle a un enfermo terminal, para que esta persona tenga un buen morir.
Se debe respetar al paciente y sus decisiones, que la mayoría de veces se desconocen.
Especialmente no dolor, que me respeten, que quiero tener opinión, hay varias cosas que esa persona quiere. En el quinto capítulo se toca el tema de la sociedad ante la medicalización y el encarnizamiento terapéutico, por qué usted doctor me va a poner un tubo si no quiero, yo sé lo que tengo, es mi cuerpo, es mi salud.
Tendríamos entonces que cambiar nuestra actitud y pensar en “una buena muerte”.
La muerte no es más que la otra sala de la vida, es la prolongación de la vida, y tenemos que estar preparados. No es que leyendo el libro te vas a morir, no es que te va a traer mala suerte, no, no, es simplemente para que revises cómo estás con tu vida. Es un documento, es la evidencia de lo que yo hago.