Sus muros son afectados por aguas de sembríos situados en inmediaciones y, además, pobladores entierran a sus difuntos en la parte central de la iglesia.
Sus muros son afectados por aguas de sembríos situados en inmediaciones y, además, pobladores entierran a sus difuntos en la parte central de la iglesia.

Hace muchos años me enteré de la existencia de los restos de un templo colonial en un paraje llamado Jolluco, en la . Años después, regresando de Compín, en un viaje en motocicleta, pasé por Jolluco y fui a conocerlo.

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Regresé con mis alumnos a aquella capilla doctrinera, reportada en el censo de 1571, ignorando a qué orden religiosa pudo pertenecer. Partí de Trujillo a las nueve de la mañana en un bus que iba a Sayapullo. A las once estábamos en el estrecho y fértil valle de Jolluco, en donde predomina el sembrío de uva. Un camino rural nos llevó a nuestro destino. En el camino íbamos “cosechando” y disfrutando de las ciruelas, mangos, maracuyás, guayabas y granadas.

Llegamos a los cuarenticinco minutos. Sacando la cuenta, la antigua capilla está a solo 2 horas y media de Trujillo. Me pregunto ¿Por qué nadie la conoce si no está tan lejos? Desde la primera vez que la visite, la población ha crecido y también el cementerio. Hoy, el templo está en medio de él.

El templo está en medio del cementerio.
El templo está en medio del cementerio.

Fue construido de adobes. Al lado izquierdo está su campanario exento en forma de espadaña de donde colgaban dos campanas. Al frente hay una estructura que quizás funcionó como vivienda para los sacerdotes. Delante del templo se mantiene un pedestal sobre el que pudo estar la cruz atrial. La fachada tiene forma hastial pues el muro termina en forma triangular igual que el ábside o muro posterior permitiendo se asiente el techo a dos aguas por las condiciones climáticas de la zona. Una pequeña ventana, en la parte superior del frontis, permitía el ingreso de luz al interior del templo de una sola nave.

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En las paredes laterales, llaman mi atención las dos “llaves” de madera que aseguran su estabilidad; elementos que no he visto en la arquitectura colonial de esta región. La nave central mide aproximadamente 67 mts. de largo por 8 mts. de ancho y termina en un ábside plano donde estuvo el retablo, quizás pintado. Al medio de este hay una hornacina con pinturas murales. A la izquierda está la sacristía a la que se accede por una portada que aún conserva el dintel de algarrobo. En el intradós del arco fajón de medio punto, ubicado al centro de la nave central, aún se pueden apreciar unos querubines cuya coloratura desafía al tiempo y los fenómenos naturales. En los muros laterales hay ventanas y hornacinas. En la parte externa gruesos contrafuertes refuerzan los muros laterales.

Lamentablemente, la iglesia tiene un serio peligro de colapsar pues hay sembríos muy cerca y las aguas de regadío humedecen las bases de los muros. Además, los pobladores están enterrando a sus difuntos en la nave central y perforan los muros para introducir los féretros. Urge evitar su deterioro.

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