Hace poco conversaba con Xavier —uno de esos pocos amigos que aún lee obsesivamente y analizábamos si el microcuento (a veces llamado microrrelato o microficción o a veces considerado lo mismo) tiene las mismas bondades que el cuento literario clásico. Al margen de las notorias diferencias entre un cuento convencional y un microcuento, ambos nos preguntábamos si hay el mismo trabajo literario en un escritor que crea escenarios, personajes, diálogos y descripciones prolongadas en comparación con otro que tiene como mayor bondad la brevedad y la sugerencia. La pragmática literaria y los estudios en torno al microcuento han contribuido al respecto; sin embargo, aún hay mucho por discutir. Movido por estas inquietudes, hace poco terminé de leer el libro BREVARIO PARA EL HASTÍO, del escritor trujillano Roberto Mora, y pienso que sus relatos son un aporte valioso para entender este particular género discursivo. Roberto Mora presenta un libro que reúne historias breves y reflexiones que encajan muy bien en las nociones tradicionales del microrrelato. Al respecto, Ricardo Calderón Inca ha dicho acertadamente que en BREVARIO PARA EL HASTÍO, Roberto Mora dosifica las características básicas del microrrelato: brevedad, narratividad, ficcionalidad y sugerencia.
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En su estudio sobre cómo leer un microcuento, María Isabel Larrea plantea que el microcuento es una forma de narrativa breve que se caracteriza por contar una historia completa en un espacio reducido, a menudo en unas pocas líneas o párrafos. Veamos un ejemplo del libro de Mora: “Siento cómo crece dentro de mi cuerpo, que aumenta de tamaño día a día, que forma parte de mí. Nos hacemos uno. Nunca lo quise, fue algo fortuito e inesperado. Mañana al fin saldrá de mi cuerpo, y, luego, a soportar la quimioterapia” (El convidado). El texto de Mora es definitivamente una forma narrativa breve y podríamos decir que en pocas líneas cuenta una historia completa: la de un paciente de cáncer que luego de extirparle el tumor maligno va a comenzar con sus quimioterapias. Ahora bien, también notamos las características de narratividad y ficcionalidad en la medida en que esta historia ha sido concebida y presentada como un texto literario; más allá de que en la realidad la situación del cáncer sea una motivación muy humana. El protagonista del relato es parte de la ficción del autor; aun incluso si el mismo Mora en su calidad de médico vio en alguno de sus pacientes esta historia.
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La sugerencia de la brevedad
La sugerencia en las historias de BREVARIO PARA EL HASTÍO merece mención aparte. Esta característica va de la mano con la brevedad. Los relatos de Roberto Mora no son sugerentes solo por ser breves; el mérito está en construir una narrativa breve que insinué y recree una historia completa; hacer que el lector evoque algo o piense en ellos con las palabras necesarias. La brevedad no es el mecanismo automático que propicia la sugerencia; es el recurso escritural que dinamiza una semántica de posibilidades. Por ejemplo, en el microcuento IT las palabras bastan para que el lector infiera otros mecanismos; “dicen que ahora trabaja en un circo itinerante donde se dedica a contar malos chistes. Nunca pudo competir con el terror que trajo la inseguridad ciudadana”. En este último texto hay un aspecto significativo que vale la pena mencionar y que radica en el conocimiento que el lector tenga del título. La película IT, basada en la famosa novela de Stephen King, cuenta la historia de un payaso diabólico que atemoriza cruelmente a un grupo de niños. En el texto de Mora es necesario el conocimiento del argumento cultural para entender que el protagonista de su historia es justamente el payaso que, a lado de todo el terror de la inseguridad ciudadana, es un fracasado, contador de malos chistes.
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Brevedad y pensamiento crítico
El microcuento es un género discursivo caracterizado por su brevedad y su habilidad para comunicar una idea, una emoción o un mensaje conciso y eficaz. Estos relatos cortos a menudo invitan al lector a interpretar elementos ambiguos, fomentando la imaginación y el pensamiento reflexivo. Creo que esto último es justamente una de las mayores fortalezas que tiene el libro de Roberto Mora; en cada una de sus historias, los lectores encontramos densas narraciones en significado y profundidad, lo cual desafía nuestra habilidad para valorar el contenido en un espacio limitado. Veamos un último ejemplo: “¡Mira, papá, ahora soy un niño de verdad! / al escucharlo, Geppetto murió de un infarto por el susto que se llevó” (Resultado inesperado)
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