En un presente que ha cambiado tan rápido, paralizando casi todas las actividades, el teatro busca una forma de seguir llegando a su público, en nuevos formatos pero con la misma esencia de exploración.

Una de estas iniciativas es “Fantasma”, de Mariana de Althaus, que se presenta la próxima semana en Joinnus. Conversamos con la reconocida dramaturga sobre el trabajo detrás de su nueva propuesta.

¿Tu obra virtual está inspirada en tu caso personal?

Sí. El texto lo escribí hace cinco años. Tenía otro título y lo hicimos en microteatro. La obra era sobre una directora que trata de dirigir a una actriz, con las dificultades en el teatro independiente limeño. Se adaptaba muy bien a las circunstancias e incluso mejoraba porque ahora los obstáculos son mayores. Es un ensayo por videollamada, cosa totalmente absurda, ridícula para nosotros pero es lo que hay. Y la directora vive lo que mucha gente está viviendo ahora: trabajar con los niños en casa y además de ocuparse de la escuela más las labores domésticas normales. Es todo muy cuesta arriba. Una situación tremenda y a la vez divertida.

¿Hacer teatro de lo que está pasando ayuda a darle sentido a todo esto que es incierto?

La situación es traumática, tan llena de muerte y pérdida que estamos sumidos en ella. Es muy difícil reflexionar acerca de lo que nos está pasando, observarnos, tramitar nuestros miedos. El arte y el teatro nos permiten mirarnos como un espejo y tratar de elaborar todas estas cosas que están sucediendo adentro de una manera poco controlada y que nos genera daño, al igual que a nuestro alrededor.

En toda obra siempre existe un riesgo. ¿Con Fantasma hay más miedo?

Sí. Siempre, en cada obra que hago, siento que me estoy tirando al precipicio. Me muero de miedo. Pero el miedo me hace trabajar, nunca me paraliza. En este caso, es el miedo al ridículo. Porque estamos recién trabajando con estos medios, no sabemos qué tanto podemos hacer reír, conmover. Estamos experimentando. Tengo a dos excelentes actrices, el texto ya está. Por ese lado no hay mucho miedo sino que es por el miedo de qué tanto la tecnología nos va a permitir transmitir lo que queremos. Por otro lado, suena gracioso y divertido pero estamos tocando temas muy dolorosos y no podemos banalizar, por más que usemos el humor para reflexionar y soportar lo que estamos viviendo, el miedo. Pero hay que hacerlo. Al menos a los de teatro no nos queda de otra que intentar por acá.

Hace unas semanas le preguntamos a Roberto Ángeles si dirigiría virtualmente y nos respondió: “No”. ¿Cómo ha sido esa experiencia nueva?

Yo lo entiendo. Yo también dije que no. Pero he tenido que hacer talleres online, de manera inmediata, porque de eso vivo. Eso me ha facilitado un poco estar más familiarizada con las viodellamadas y las capacidades expresivas que puedo desarrollar. Pero igual es frustrante. Y, en un principio, yo dije igualito que Roberto: no pienso hacer teatro online, me resisto, haré otra cosa. Pero somos animales que nos adaptamos a la geografía. No nos queda otra que hacer lo que dijimos que no íbamos a hacer. No sé si volveré a hacerlo. Este es un experimento y puede ser que no lo vuelva a hacer. La cosa es entrar con mucho esfuerzo, trabajo, pero con menos expectativa.

¿Igual esperas que vuelva el teatro de hace unos meses?

Yo creo que todo este año no vamos a poder hacer teatro presencial. De repente el próximo año tampoco. Pero vamos a regresar y con una furia. Vamos a necesitarlo y también el público. El teatro siempre resurge de sus cenizas. Entre tanto, tenemos que seguir trabajando.

Será cuestión de vencer miedos al salir y juntarse en un espacio tan íntimo como el teatro...

Exacto. El teatro y la música más independientes son las industrias más débiles a la vez. El golpe será fuerte. Pero tendremos que sacar nuestras herramientas de creatividad para sobrevivir.

El sector cultural ha sido el más afectado. Y han tenido que pasar escándalos para que el ministerio saque un decreto a favor de los artistas...

Muchas organizaciones culturales, como se formó un movimiento en teatro, le han hecho llegar a la ministra proyectos elaborados de reactivación cultural. Y esa presión ha permitido que, sesenta días después de todo esto, por fin salga ese decreto. Espero que se cumpla, que se desarrolle de la mejor manera.

¿Crees que cambiaremos después de la pandemia?

Nuestra parte más esperanzada nos hace pensar que vamos a mejorar como especie humana, que valoraremos más lo importante, que desecharemos el exceso del consumo y la acumulación que no tiene sentido y que abandonaremos esta carrera absurda hacia el éxito. Pero no tengo tantas esperanzas. Creo que vamos a volver a lo mismo. Pero puede ser que algunos sí experimentemos un tipo de transformación. Ojalá. Quiero creer eso. Si hay algunos habrá valido la pena. Y, sobre todo, en el tema del cuidado del medioambiente y la valoración de nuestro espacio vital y del otro. Ojalá. Pero no soy tan ingenua en ese sentido.

Perfil

Mariana de Althaus, dramaturga peruana

Nació en Lima en 1974. Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Escribe y dirige obras de teatro. Ha publicado “Dramas de familia”, “El sistema solar”, “Todos los hijos”.

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