En este poemario, se nos comparte la necesidad de (re)conectarnos; pero, al mismo tiempo, se “levanta la voz”, para cuestionar la inacción, la insensibilidad y la transgresión.
En este poemario, se nos comparte la necesidad de (re)conectarnos; pero, al mismo tiempo, se “levanta la voz”, para cuestionar la inacción, la insensibilidad y la transgresión.

Al cumplir ochenta años, el poeta nicaragüense declaró que la poesía fue su gran vocación y que, para él, “el lenguaje, (…) sigue siendo lo más refinado, elaborado, genuino y verdadero que tenemos para comunicarnos”. Y si bien las formas, los códigos y los medios de comunicación se han diversificado, la palabra sigue siendo “el arma de los humanos para aproximarse unos a otros” (Ana María Matute).

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Y precisamente eso es lo que uno siente o descubre cuando lee el poemario “PASA EL TIEMPO”, del maestro Jorge Lincoln Ruiz Tejedo. En cada uno de los poemas, el sujeto lírico (a veces, en primera persona; otras, en tercera o en infinitivo) nos comparte con ternura la necesidad de (re)conectarnos con la naturaleza, con nuestra historia (personal y social) y con nosotros mismos; pero, al mismo tiempo, “levanta la voz” para cuestionar la inacción, la insensibilidad y la transgresión o para invitarnos a valorar lo que poseemos y a actuar solidariamente para cambiar nuestra realidad.

Vocación literaria

El maestro Ruiz Tejedo reafirma su vocación y su amor por la literatura, específicamente, por la poesía. En este poemario simboliza hechos aparentemente insustanciales, pero de gran importancia en nuestra vida personal y social.

Como él mismo sostiene, a través de su poesía, busca “motivar la reflexión y la acción de quienes nos están leyendo, para no quedar sólo en la contemplación, en el conformismo y en la inmovilización”.

Los siguientes versos extraídos del poema “Abrazo” así lo confirman: “Abrazo al árbol / que me dio sombra / en la huerta grande / de la casa familiar. / Abrazo al hombre / andino y nativo / para decirles / que no dejen nunca / de adorar al árbol / al agua del río / y del mar. / Abrazo a todos / para comprometernos / en el amor insondable / a la naturaleza.”

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Inclusión e integración

Utilizando la figura del encabalgamiento y la de la construcción incluyente, nos hace comprender la importancia de valorar al pequeño o al aparentemente insignificante. La voz poética parece decirnos que la grandeza solo existe gracias a las “cosas pequeñas”.

Los grandes ríos no son más que el resultado de sus afluentes. La selva ubérrima no es más que la integración de árboles, riachuelos, aves y especies diversas. Los mares se alimentan permanentemente de los ríos… Y así se construye y se alimenta la vida: de las “cosas pequeñas”.

“Abrazo / al agua del Jucusbamba, / que alimenta alegre, / aumentando el cauce del Utcubamba. / Abrazo / al Utcubamba / que descansa luego en el Marañón. / Abrazo al Marañón, / aquel de la serpiente de oro, / antes de llegar barroso / al gran Amazonas… / Abrazo / al Amazonas / y al mar Atlántico / a toda la selva ubérrima / abajo / después del pajonal.”

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Canto a la vida

Pero, además de todo ello, cuando uno lee PASA EL TIEMPO, salen a nuestro encuentro poemas que le cantan a la vida, a la tierra natal, al amor, etc.

Poema “Canto”: “Canto la canción de cuna / que entonó dulcemente mi madre / para dormirme en sus brazos / en un profundo sueño sin despertar.”

Poema “Cielo chachapoyano”: “Viajé, tantas veces, por el infinito azul de tu cielo, / fidelísima ciudad de mis recuerdos imperecederos, / de marchas triunfales y sempiterno ensueño.”

Para el maestro Ruiz Tejedo, los sentidos que discurren por sus versos son una revelación de lo que nos ocurre en el día a día (como individuos, como sociedad y como especie), pero que contradictoriamente nos importa poco. Por ello se hace necesario poetizar la realidad para (re)conectarnos con ella y con su trascendencia.

“Necesitamos conservar intacta a la naturaleza e impedir que se la siga liquidando; necesitamos defender la integridad de la vida y la dignidad del ser humano, así como actuar con ética y moral, preservar los valores con nuestros hechos, ser consecuente con lo que planteamos y obramos” manifiesta con convicción el autor.

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Actitud crítica

Por esta razón, en los poemas de PASA EL TIEMPO se expresa también una severa crítica a lo que sucede en nuestra sociedad y al imperioso deber de actuar para recuperar o renovar la esperanza de recuperar(nos):

Poema “Burócratas”: “Pasa el tiempo / golpeando a la humanidad. / Pasa el tiempo, / pasa el tiempo, / felices los burócratas / de este siglo, / de este país sin camino, / de este país sin derrotero, / con burócratas enteros.”

Poema “Violadores”: “Allí están los violadores / junto a los / corruptos y / corruptores / más despreciables / comiendo el estiércol / de su existencia / vomitando el corazón / de los violadas / y violadas.”

Como se habrá podido notar, su lenguaje poético es llano, directo, fluido, sin mayores simbolismos ni construcciones “estrictamente literarias”; sin embargo, sus versos en conjunto conmocionan a quien los lee… Y así como hay espacio para la añoranza, la valoración y la crítica, también lo hay para la esperanza:

“Una patria en la que florezca un inmenso jardín de flores con todos los colores, aromas y verdores; esa Patria que se nutre de la savia, la sangre y las voces del sur y del norte, del este y el oeste, del mar y la cordillera, de la selva y el desierto ardiente de la costa…”.

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