El montañista Juan Contreras informó que en las laderas del cerro La Caldera del valle de Vítor yacen incrustados cerca de 500 petroglifos, mudos testigos durante siglos del paso de los primeros pobladores de Arequipa.
Escogieron esta zona para grabar en la superficie de piedras rojizas imágenes de su cotidiano vivir y de sus creencias totémicas.
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De acuerdo con Contreras, las piedras de diferente tamaño están ubicadas a los cantos del camino conocido como Quilcasca, que fue parte de la red vial preinca e inca Qapaq Ñan. La mayoría de estos petroglifos se encuentran aún cubiertos por las cenizas de la erupción de los volcanes Misti y Huaynaputina.
No obstante, por este sendero transitaron los primeros pobladores de Arequipa que se trasladaron de Arequipa al valle de Vítor, posteriormente lo usaron los arrieros que levantaron cerca de este banco de petroglifos un tambo llamado Corralones donde descansaban junto a sus bestias de carga. Solo fue interrumpido cuando se construyó en 1870 el ferrocarril del sur entre Mollendo – Arequipa.
En el libro Antigüedades Peruanas se menciona a los petroglifos como cantera de piedra litográfica. Fueron reportados en los primeros años de 1800 y descubiertos para la ciencia en 1951 los petroglifos de Toro Muerto.
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“Se han realizado muchos estudios sobre su origen y su significado, pero como es común en estos casos, todo es cuestión de interpretación. En sus grabados se encuentran representaciones de hombres, llamas, felinos, círculos, rectángulos, cruces, flores, entre otros”, señaló Contreras.
Los estudios arrojaron que los primeros fueron los tiahuanacotas, aimaras y puquinas, que fueron los primeros pobladores de Arequipa. En este sector, que fue llamado también como la Biblioteca del Diablo, se ha encontrado cerámica prehispánica, Churajón, Inca, Chuquibamba, Nazca y Paracas.
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Según el montañista Juan Contreras, para llegar a La Caldera se tiene que llegar al pueblo de La Joya. Allí se aborda un taxi hasta el sector de La Tranquera, desde donde comienza una caminata de una hora.
“Se asciende a la línea férrea y se ingresa a una pequeña quebrada que te lleva hacia la zona 1 de los petroglifos. Muchos deciden retornar a Arequipa a pie por el Qapaq Ñan, son en promedio cuatro horas de caminata bajo un intenso sol y clima árido, pero vale la pena. Se pasa por tres tambos y se pueden apreciar las obras del puente y la nueva carretera a La Joya”, señaló.