En esta casa vivió Flora Tristán Laisney durante el siglo XIX en Arequipa. (Foto: GEC)
En esta casa vivió Flora Tristán Laisney durante el siglo XIX en Arequipa. (Foto: GEC)

En la primera cuadra de la calle Santo Domingo, casi al frente del templo del mismo nombre, está localizado el predio donde estuvo la casa donde vivió Flora Tristán entre 1833 y 1834. Hoy, en su lugar, funciona un establecimiento comercial cuya fachada exhibe una discreta placa conmemorativa que recuerda el paso de la escritora y activista del siglo XIX.

Flora Tristán Laisney quiso luchar por un mundo más justo y equitativo y por los derechos de los trabajadores. Ella vivió allí, en una Arequipa del siglo XIX, en una casona que daba a una calle de tierra donde circulaban las acequias y transitaban las mulas y llamas de los arrieros.

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La propiedad de su tío, Juan Pío Tristán, le sirvió de alojamiento al llegar de Francia el 13 de setiembre de 1833. Vino a reclamar su herencia de su padre y de su abuela.

Una vida novelesca. Fue hija del coronel de la armada española Mariano Tristán Moscoso, natural de Arequipa, quien convivió con la francesa Anne Laisney.

Flora nació el 7 de abril de 1803, en París, pero a los cuatro años quedó huérfana de padre.

Cinco días después de llegar a Arequipa, Flora experimentó un violento terremoto que causó destrozos en la ciudad. Lo cuenta en su obra “Peregrinaciones de una paria”. Su tío se negó a entregarle la herencia, porque su padre no la había reconocido y, en cambio, le ofreció una pensión mensual.

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Fue autora además de “Paseos por Londres”, “El tour de Francia”, entre otras obras.

El 16 de julio de 1834, Flora Tristán regresó a Europa.

Se había casado con André Chazal, con quien tuvo tres hijos y de quien sufrió maltratos e intentó asesinarla al dispararle con un arma de fuego, pero ella sobrevivió. Flora luchó por una sociedad equitativa y justa y la emancipación de la mujer y los derechos de los trabajadores. Es considerada una de las fundadoras del feminismo moderno.

Flora Tristán murió en 1844, a los 41 años, en Burdeos, agotada y casi desnutrida, víctima del tifus, un mal muy común en esa época.

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En su novela “El paraíso en la otra esquina” (2003), Mario Vargas Llosa, traza la trayectoria de Flora Tristán en Europa y el Perú, y la del artista Paul Gauguin, su nieto.

A través de dos historias narradas en capítulos alternados, relata las peripecias de la peregrina en su largo viaje por barco, su permanencia durante varios días en los conventos de Santa Rosa y de Santa Catalina, además de registrar sus opiniones sobre la vida mundana de la Arequipa de entonces, años después de la Emancipación.


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