Rommel Arce fue director de la Biblioteca Regional de Arequipa (Foto GEC)
Rommel Arce fue director de la Biblioteca Regional de Arequipa (Foto GEC)

El investigador jurídico y autor, el abogado Mario Rommel Arce Espinoza ha publicado varios libros relacionados con la historia de Arequipa, el papel de los intelectuales y la construcción de su tradición jurídica.

¿Por qué Arequipa se caracteriza por ser “revolucionaria”?

Es una tradición que se remonta al siglo XIX. El deán Juan Gualberto Valdivia acuñó el término en su obra “Memorias sobre las revoluciones de Arequipa desde 1834 hasta 1866″, publicada en 1874. En este periodo, Arequipa fue “la pistola que apuntaba al corazón de Lima”, como dijo Jorge Basadre. Desde el punto de vista conceptual, el término “revolución” se asume aquí en forma coyuntural, como rebelión o asonada.

¿Qué revoluciones importantes hubo en los siglos XIX – XX?

Hubo varias. Mencionaré la revolución de 1834, que defendió la legalidad del gobierno provisorio del general Luis José de Orbegoso, electo como tal por la Convención Nacional de 1833. Debido a que Arequipa asumió la defensa del orden constitucional, el gobierno de Orbegoso decretó que a partir de entonces sería denominada “Heroica ciudad de los libres de Arequipa” y también sería conocida como el “Departamento de la Ley”. Cabe citar, además, la revolución de 1857, protagonizada en contra de la Constitución liberal de 1856. En el siglo XX, se recuerda el movimiento popular de junio de 1950 y los sucesos de diciembre de 1955, que provocó la caída del entonces ministro de Gobierno, Alejandro Esparza Zañartu, y también garantizó las elecciones libres de 1956, con un nuevo Estatuto Electoral. En la gesta de junio de 2002, nuevamente estuvo presente el caudillo colectivo de Arequipa.

LEA TAMBIÉN: Arequipa: Declaran Patrimonio Cultural de la Nación a cuatro libros de Mario Vargas Llosa

¿Las revoluciones se gestaron conforme a su tradición jurídica?

Cierto, parece contradictorio, pero no lo es. Se hacía una revolución invocando la ley, para restablecer el orden. En su mayoría, las revoluciones arequipeñas tenían como sustento la justicia. Como bien dijo el político arequipeño Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio (1909-2013), “los movimientos populares en Arequipa tuvieron un justificativo jurídico o por lo menos de dignidad ciudadana”. Por ambas razones, se puede entender por qué las revoluciones en Arequipa fueron en verdad movimientos cívicos.

¿Qué caracterizaba a las principales demandas?

En aquella época, la revolución fue el medio para canalizar la protesta social, en vista de que no había mecanismos de participación ciudadana, salvo algunas hojas periodísticas e impresos, que gracias a la imprenta alentaron un fuego cruzado de papel. Las banderas de lucha que enarbolaron las revoluciones arequipeñas fueron la defensa de la ley, la moralización del gobierno, la regeneración de la vida pública y la restauración del orden. En febrero de 1931, Arequipa protagonizó una revolución que proponía medidas descentralizadoras. Y el 2002, el llamado “Arequipazo” frenó la privatización de dos empresa locales, que al decir de los dirigentes del movimiento, no se justificaba.

LEA TAMBIÉN: Arequipa: El Jayari, un aperitivo que está de retorno

¿En qué medida participaba el pueblo?

Los vecinos suscribían actas de adhesión a la causa revolucionaria. Estos documentos se publicaban en los periódicos locales, brindando respaldo político y legitimidad a los movimientos populares encabezados por algún caudillo. Pero fue la poesía cívica y patriótica la que mejor interpretó los sentimientos del pueblo arequipeño en pie de guerra. El 30 de noviembre de 1857, el poeta Benito Bonifaz dedicó a la Brava Columna “Inmortales” el siguiente verso: “¡Los veis allí lanzarse a la pelea, con la serenidad de los valientes! Son los hijos del Misti, los ardientes soldados del honor”

¿Los revolucionarios más recordados?

Hubo redes de poder locales, cuyos dirigentes apoyaban determinadas causas políticas, representadas por los caudillos militares de la época. Fue muy popular el coronel Domingo Gamio, apodado “Chicha fuerte”, porque acostumbraba agasajar a su clientela política invitándoles chicha de güiñapo. También los hermanos Masías y Llosa (Diego, Mariano Eusebio, Mariano Eugenio y Manuel Esteban) tuvieron mucho ascendiente sobre el pueblo arequipeño, durante la segunda mitad del siglo XIX.

VIDEO RECOMENDADO

TAGS RELACIONADOS