IMPONENTE.  Imagen es apreciado por visitantes con gran asombro durante la Semana Santa.
IMPONENTE.  Imagen es apreciado por visitantes con gran asombro durante la Semana Santa.

Cuando se observa la efigie de Jesús Nazareno, que sale en procesión cada miércoles de la Semana Santa del Monasterio de Santa Clara de nuestra ciudad, lo primero que suscita tan magnífica talla es la sensación que emana de la expresión del dolor físico y emocional de un hombre sometido a un trato cruel y a quien, de acuerdo a las leyes de la época, se ha condenado a muerte y cargar sobre sus hombros la cruz en la que será clavado en el Gólgota. Esta es la circunstancia a la que no son ajenos propios o visitantes cuando se encaran con el Nazareno en actitud de levantarse luego de una de las tantas caídas que tuvo en su camino al martirio y donde resalta su mirada en el rostro lacerado y tumefacto. Como obra de arte en la efigie del Nazareno de Huamanga confluyen su belleza y armonía con la espiritualidad en torno al dolor del sufriente y a la vez la mirada de compasión y perdón de éste hacia sus verdugos. Y esta mirada está presente desde 1602, año en que llegó de Julcamarca y se aposentó en el monasterio de las Clarisas de Huamanga. Por ello su origen ha sido tema de estudios donde las explicaciones se ubican en su naturaleza de obra humana.

OBRA DE ÁNGELES. Dice la tradición que su escultura fue elaborado por dos artistas en 1591 a petición del párroco de Julcamarca el presbítero huamanguino José Cárdenas Romaní, cuya antigua casona familiar aún permanece al final de la cuadra 2 del jirón Arequipa,  en la esquina con el jirón Sol.El Nazareno es parte de la historia de Huamanga pues su culto nace unos sesenta años después de fundada la ciudad. Por ello se puede decir que él es parte de la religiosidad y tradición cultural de esta ciudad y de los huamanguinos que generación tras generación han acrecentado su fe y culto. Y al ser parte de la ciudad que lo cobija, su origen ha sido siempre tema de estudios e indagaciones donde las explicaciones se ubican en su naturaleza de obra humana o de obra divina.

OBRA DE HOMBRES. Frente a la tradición religiosa que sostiene que su escultura fue elaborada por escultores que en realidad eran dos ángeles en 1591 a petición del presbítero huamanguino José Cárdenas Romaní, párroco de Julcamarca; está la historia que nos habla a través de don Ricardo Mariátegui Oliva, historiador e investigador del arte colonial, quien señala que el autor de tan magnífica escultura, dadas las características de la obra y la fecha en la que habría sido elaborada, sería el gran maestro andaluz Juan Martínez Montañés (1568-1649). La española Ana Molina Reguilón refuerza esta tesis ubicando a Martínez y su estilo en el trasiego constante de personas, dinero, ideas y artistas con sus obras desde España hacia sus colonias. Y donde Sevilla, centro del arte andaluz, fue el gran proveedor y Martínez Montañés uno de sus principales representantes, cuyas obras fueron conocidas en las colonias a donde envió decenas de ellas, como es el caso del Retablo de la Concepción de Lima. Huamanga, se supone, entonces tierra de opulentos mineros y encomenderos fue un destino de una de las obras de tan insigne maestro. Sea obra de hombres o de ángeles el Nazareno es parte de Huamanga y de los huamanguinos.

ARTISTA, Juan Martínez Montañés

Este escultor español, nacido en 1568 y fallecido en 1649 sería el autor de la efigie de Jesús Nazareno de Huamanga, según varias investigaciones históricas en torno al origen de esta sagrada imagen.