En lo más alto del caserío de Pucará, en el distrito de Pamparomás, hay una parcela con sembríos de papa lista para cosechar, en la región Áncash.
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Mujeres y hombres han caminado más de una hora cargando sus herramientas sobre sus burros para llegar hasta los 3.600 metros de altura e iniciar la recolección de miles de papas multicolores de diferentes variedades. Unas breves palabras de coordinación y empieza la faena en las alturas de Áncash.
La cosecha inicia en la parte baja de la parcela y las mujeres usan sus racuas para escarbar la tierra y sacar las papas que han necesitado 7 meses para madurar.
La siembra se realizó en noviembre del año pasado, luego se hizo el aporque (tapar los frutos con tierra para evitar daños y plagas), después llegó la floración y finalmente la ansiada cosecha de 163 variedades de papas nativas. Cada variedad fue debidamente codificada para conocer cómo fue su rendimiento y si finalmente se adaptó al crudo clima serrano. Todo un trabajo bien meticuloso para conservar uno de nuestros productos de orgullo nacional.
“Nuestro objetivo principal es la conservación de las papas nativas y en todo el proceso hemos enseñado a los productores cómo hacerlo. Hemos capacitado desde la distancia que deben tener los surcos (unos 80 cm.) hasta el control de plagas y enfermedades”, explicó el técnico del Servicio para el Desarrollo Integral Rural (Sedir), Wilmer Alegre Jara.
Las mujeres avanzan surco a surco y a un costado dejan montones de papas de tamaños pequeño y mediano. La neblina cubre por momentos todo el campo y hay que esforzarse para ver lo que sucede en ese alejado lugar de la sierra peruana.
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Lluvia de papas
El Perú tiene más de 4 mil variedades de papas y produce más de 5 millones de toneladas al año. La frontera agrícola es de 330 mil hectáreas y más de 700 mil familias se dedican al cultivo de papa.
Mientras la cuadrilla de mujeres y hombres ya casi llega a la cima de la parcela, detrás le siguen los técnicos de Sedir, quienes se encargan de identificar cada papa nativa para colocarlas en costales diferentes. Algunas papas nativas logran llenar un saco de 25 kilos, mientras que otras apenas quepan en las 2 manos.
“La cosecha también permite a los agricultores conocer qué variedad deben sembrar por calidad y rendimiento. La información les permitirá ahorrar tiempo y dinero”, añade Wilmer Alegre.
Las actividades de Sedirse desarrollan en el marco del proyecto de cooperación con la Fundación Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo (LED).
La jornada culmina al caer la noche con miles de papas nativas cosechadas y a pocos días de celebrarse el Día Nacional de la Papa, una fiesta de la agricultura peruana que ocurre todos los 30 de mayo.
Una parte de los tubérculos será para el consumo y otra parte se conservará como semilla.
Decenas de sacos son acomodados en el lomo de los burros y junto a sus dueños bajan la larga pendiente para llegar a la carretera.
Es sorprendente lo que produce el Perú y valorar el trabajo de miles de mujeres y hombres del campo que velan por la seguridad alimentaria nacional.