El Comando Unitario de Lucha de Junín que reúne a distintas organizaciones y sindicatos llegaron ayer hasta las pampas de Chacamarca para protestar contra la presidenta Dina Boluarte. A pesar de las restricciones que la Policía planteó, lograron pasar con gigantografías y megáfonos. Durante el discurso de la presidenta, las arengas comenzaron y los manifestantes fueron retirados a un lugar más lejano. Pero incluso desde allí continuaron con sus manifestaciones.
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Esta vez era un reclamo por las muertes de tantas personas en las protestas y la injusticia de se percibe de parte del gobierno. No hubo ninguna agresión ni por parte de la Policía y tampoco de los manifestantes que se retiraron luego de la actividad.
Desde temprano los negociantes armaron sus carpas y pusieron en el piso sus productos. Más allá la Policía revisaba mochilas; estaba prohibido ingresar con pancartas o algún objeto que hiriera la susceptibilidad de la presidenta. Los pastores que viven alrededor del santuario criando sus vicuñas fueron sacados por un momento. Eran sospechosos. Incluso la prensa fue encerrada entre rejas por un rato. Los drones que llevaron algunos periodistas fueron bajados. Nadie se podía acercar a Boluarte ni por aire ni por tierra. A su llegada, la presidenta fue aplaudida pero también abucheada. Ella no se enteraba. Saludaba escoltada por el ministro de Defensa, Jorge Chávez, y el primer ministro, Alberto Otárola.
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Los aplausos llegaron en buses
La gente que aplaudía a Boluarte era sospechosa. Estaba uniformada de azul, portaba banderitas y desesperaba en hacer vivas con disfuerzo. Por la mañana, habían llegado en buses, como si fueran delegaciones encargadas de hacer bulla. Fueron ellos los que llenaron los dos únicos palcos del desfile, la población de la provincia tuvo que estirar el cuello subidos en piedras o en los vagones viejos del ferrocarril que ya no funcionan. La presidenta llegó al estrado oficial, saludó a sus ministros y se sentó sin antes pedir una capa que le abrigó el ánimo.