Ocho kilómetros recorrió ayer Mamacha Cocharcas junto a una multitud de fieles que pedían por la salud, el trabajo y para que cese la sequía que afecta al país y también al Valle del Mantaro, perjudicando el agro, la ganadería y el abastecimiento de agua de la población.
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“La lluvia vuelve después de tantos días de calor eso demuestra que (la Virgen de Cocharcas), nuestra madre provee y aplaca esta sequía, se viene un niño global pero hay que confiar en Dios y unirnos para cuidar nuestra tierra y el agua”, precisó monseñor Luis Alberto Huamán, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Huancayo.
La prefecta de Junín, Miriam Mariano Baltazar, pobladora de Sapallanga también expresó sus plegarias por los agricultores, a fin de continúe la lluvia que consideró milagrosa para que florezca el campo. El sacerdote de Sapallanga, Enrique Campos realizaba los agradecimientos a los fieles en cada altar para la virgen y rezaba por el pueblo de Sapallanga y los miles de visitantes que llegaron desde diversos lugares a pedir la bendición a Mamacha Cocharcas.
El recorrido fue agotador para muchos devotos que se recostaron en el piso de la parroquia de Sapallanga y apoyados en las paredes del templo.
“Fue un largo caminar, pedimos por nuestros enfermos que la virgen los cure, a mi me da mucha fortaleza para continuar”, dijo la maestra de la institución educativa Túpac Amaru, Pilar Baltazar.
Teodosia Espejo de 87 años recorrió los 8 kilómetros de la peregrinación en su silla de ruedas, pese al inclemente calor no se detuvo, siempre llevada por su hija María Luisa Donayre Espejo.
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A cada paso, los fieles devotos elevaron altares y extendieron alfombras para la virgen. En su mayoría eran escolares de las escuelas y colegios a lo largo de la calle Real, que cantaban con los carachaquis, los niños que alegraron a la virgen en su aparición en el poblado de Cocharcas.
Varones y mujeres en silla de ruedas, avanzaban juntos ellos tuvieron un sitio preferencial. Al ingreso por la avenida Ricardo Palma, la vía principal de ingreso se congregaron más fieles, los cuales avanzaban hacia la parroquia de Sapallanga. La virgen ingresó al templo ovacionada por la multitud que lleno el templo para escuchar la misa. Afuera de la iglesia, las mujeres sapallanguinas armaron altares con flores y frutas y realizaban la bendición con mantos bendecidos.