Esaúl Hugo Acevedo Vílchez (74), estaba atado a un balón de oxígeno, luchando contra el covid y, en segundos, su cuerpo fue envuelto por llamas. Al ver la terrible escena su hija Mayra (11), fue a despertar a su madre María Asto Pocomucha, quien dormía tras trabajar hasta la madrugada. María y sus 4 hijos trataron de apagar el fuego, pero no había agua.
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Los vecinos sacaron hasta agua sucia de sus casas y cuando la ayuda llegó ya era tarde, Esaúl estaba carbonizado en su rústica casa de la Asociación de Vivienda Saputia en Sapallanga.
Sollozando, María, quien resultó con el cabello quemado al tratar de salvar a su esposo, comentó que eran cerca de las 8 de la noche, cuando por un corto circuito, se prendió el fuego y el balón de oxígeno conectado a Esaúl Acevedo, estalló.
“Nosotros no tenemos agua ni luz. Un vecino nos apoya dándonos energía por las noches. Quise salvar a mi esposo y no pude”, dijo la viuda que tiene 4 menores hijos de 16, 13, 11 y 8 años de edad. Algunos vecinos solidarios le llevaron víveres y prepararon una olla común.
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Desconsolada, María contó que vive hace 3 años en Saputia (Sapallanga) donde habitan más de mil familias y, desde que su esposo enfermó, ella ha tenido que trabajar en las chacras y vendiendo en las fiestas.