En este atractivo pueblo, ubicado en el distrito de Parco, Jauja, se baila una danza que une a toda la comunidad. Es una herencia viva de sus antepasados. En cada paso y cada guapeo resuena el alma de una población llena de costumbres milenarias: se trata de la jija.
El centro poblado de Ullusca se alza a orillas del río Mantaro; es apacible y lleno de magia. El verdor de sus campos se extiende hasta donde alcanza la vista, pintando un paisaje de serenidad y vida. Sus habitantes se dedican a la ganadería y a la agricultura.
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La historia de este pueblo se remonta a la época preincaica. Su alcalde, Nolizz Frizz Reyna, nos describe al respecto: “En la época colonial, en Ullusca se asentaron varias haciendas. Ahora, nuestra comunidad está dividida en cuatro barrios: Barranco, Centro, Retamayo y Huaylas. Tenemos una población que supera los 600 habitantes”.
Asimismo, como la mayoría de los pueblos andinos, Ullusca necesita un mayor apoyo, tal como señala el alcalde, pues a pesar de su riqueza cultural y belleza natural, enfrenta desafíos que dificultan su desarrollo., como la falta de inversión en educación y salud para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La jija
Ullusca es cuna de la jija. Sus pobladores, entre grandes y chicos, la danzan en mayo de cada año. El maestro Elías Fabián Romero, un conocedor profundo de este baile ancestral, nos detalla: “La jija es el alma del pueblo. Desde los ocho años de edad la bailo. Pues representa el agradecimiento a la Santísima Cruz de Mayo por proveernos buena cosecha”.
Desde muy temprano, cada barrio se alista y recibe a los visitantes con un buen desayuno. Luego todas comitivas bailan y participan de una procesión solemne. El ritmo de la música se fusiona con el paisaje andino, creando una sinfonía que resuena en el corazón de todos los presentes.
Los bailarines, con miradas llenas de orgullo y concentración, nos muestran que este baile no es solo una coreografía, sino una narración viviente de su legado. Cada movimiento es un homenaje a sus ancestros y una celebración de la vida y la comunidad.
Concurso
La competencia se inicia cuando salen los representantes de los diferentes barrios. A la delantera, la imagen de la Cruz de Mayo es llevada, con gracia y devoción, por hermosas mujeres ataviadas con trajes tradicionales. Siguen los danzantes, quienes demuestran su habilidad en cada paso, interpretando el baile con una solemnidad.
La música marca el ritmo de su avance, mientras los trajes coloridos ondean al compás de sus movimientos. Cada danzante, con mirada concentrada y movimientos precisos, transmite una historia de orgullo y herencia cultural. La plaza principal de Ullusca se llena de una energía vibrante, donde la tradición y la comunidad se funden en un espectáculo de vida y celebración.
En el escenario principal, los bailarines demuestran toda su fuerza y alegría. Cada paso resuena con el tesón de un pueblo que sigue cultivando sus costumbres, danzando con mucho respeto y devoción.
Los danzantes se mueven con una precisión que evoca el trabajo en los campos, imitando el ritmo de la cosecha. Los giros y saltos representan la labor ardua y la gratitud por los frutos de la tierra.
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