Aprendió observando a los danzaq mayores de Puquio, que en cada fiesta del agua o limpieza de la acequia, acudían a San José de Tía, un anexo cercano a la provincia de Vilcashuamán (Ayacucho).
“Supay Atoq”, en castellano: “Zorro maldito”, empezó a los 12 años a bailar la danza de las tijeras. Tras poco más de 25 años de carrera artística recorre mercados, calles y parques del país para obtener ingresos y sostener a su familia. Ayer lo encontramos bailando por los angostos pasadizos del Mercado Arenales.
En cada fiesta anual, veía cómo los cargontes traían a estos bailarines vestidos en colores encendidos que atraían su mirada.
“Viajo a diferentes lugares para demostrar mi talento y porque me contratan. También salgo a mercados, parques o calles y ganar algo”, dice Rolando Gutiérrez Gamboa (34), que enfundado con su indumentaria representa a Supay Atoq. Radica en Mala, Cañete con su esposa e hijo.
El vilcanchino relata que pasó infancia muy triste por la época del terrorismo. Los familiares de su madre fueron asesinados y ella, observó como un terrorista degollaba a una persona ante sus ojos. A raíz de ello su progenitora sufre de alteraciones mentales.
En sus momentos de lucidez, para protegerlo de estos desalmados sujetos, su mamá se escondió en los cerros de su pueblo de San José de Tía. Y con el correr de los años, él de vez en cuando se escapaba al pueblo para alimentarse y recibir el apoyo de los vecinos.
A los 10 años ingresó el colegio y a los 12 años empezó a aprender la danza de las tijeras.