Columna de opinión | Editor General Correo La Libertad
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Arturo Fernández se toma un descanso por una operación a la que se debe someter y Mario Reyna coge las riendas de la municipalidad de Trujillo. El alcalde encargado entonces hace lo que corresponde: restituir junto a la Policía el patrullaje integrado, pues no hacerlo se convierte hoy un crimen dadas las actuales circunstancias con respecto a la inseguridad.

Recordemos que Arturo Fernández dijo, antes de que se tome el descanso médico, que confiaba en Mario Reyna. Incluso expresó que este no sería como Dina Boluarte con Pedro Castillo. Así que ahora no debería quejarse.

Todos saben que Fernández detesta al general de la Policía, Augusto Ríos Tiravanti. De hecho, ha ido hasta Lima para pedir su “cabeza”, pues lo acusa de ser prácticamente un “delincuente”, aunque sin pruebas. Y por ello el general lo ha denunciado por difamación.

Imaginamos, siguiendo esa lógica, que este fin de semana el alcalde con descanso médico debe haber experimentado una furia similar a cuando le mencionan a los sindicalistas de la municipalidad. Su hombre de confianza, Mario Reyna, se dio la mano con su odiado general y empezó el patrullaje integrado. En paralelo a esto, Fernández no dejó de enviarle mensajes públicos al jefe policial y hasta pidió que la gente se levante contra él.

Fernández incluso ha declarado a este diario que lo hecho por el alcalde encargado ha sido “un show”. Desde luego, si alguien sabe de montar auténticos shows es él. Me pregunto si sus peleas mediáticas con el general policial y otros personajes políticos -entre ellos los sindicalistas ediles- son también parte de un show. Porque Reyna está haciendo todo lo que justamente él repudia de la boca para afuera.

¿Cómo es la nuez, señor alcalde?