En el poemario Azul Mar sobre noche estrellada de Julia Yepjen, el mar se configura como el lugar en donde el sujeto lírico puede escapar de la tierra y reinventar las esperanzas perdidas.
En el poemario Azul Mar sobre noche estrellada de Julia Yepjen, el mar se configura como el lugar en donde el sujeto lírico puede escapar de la tierra y reinventar las esperanzas perdidas.

La creación literaria y el mar. El mar ha sido motivo de inspiración en un sinnúmero de obras literarias. Su presencia se ha dado como parte de escenarios y contextos en los que distintos personajes se entrecruzan para realizar sus aspiraciones, o como la configuración misma de un escenario en donde se encierran deseos, miedos e incertidumbres de las más notables obras de ficción.

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En cuanto al texto lírico, existen poemas que de forma crucial han usado las nociones del mar. En Puerto Supe de Blanca Varela, el sujeto lírico expresa su subjetividad en un escenario en el que el mar no es solo referencia; “¡Oh, mar de todos los días / mar montaña / boca lluviosa de la costa fría!”. Otro caso significativo es El mar de Jorge Luis Borges. En este poema el escritor argentino reflexiona sobre la naturaleza del mar y lo convierte en el motivo metafísico del texto para enunciar la importancia del espacio marítimo; “antes que el tiempo se acuñara en días / el mar, el siempre mar, ya estaba y era”. El mar ha sido también un espacio real en donde el ejercicio de escritura poética ha cobrado mayor inspiración justamente por su influencia. En su autobiografía Reinaldo Arenas confiesa su deslumbramiento frente a las olas: “el mar fue entonces para mí el descubrimiento y el goce más extraordinario; el tumultuoso oleaje del invierno, sentarse frente al mar, caminar desde mi casa hasta la playa y desde allí disfrutar del atardecer”.

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El mar en la poética de Julia Yepjen

En el poemario Azul Mar sobre noche estrellada de Julia Yepjen, el mar se configura como el lugar en donde el sujeto lírico puede escapar de la tierra y reinventar las esperanzas perdidas; se convierte en la existencia misma de liberación plena frente a lo agobiante; “amaso la luna entre mis dedos / como se amasa el tiempo / ante el eco del mar / a lo lejos rompen las olas el silencio / y me sumerjo en la bruma”. El acontecimiento en el que el sujeto lírico mezcla su voluntad con los designios naturales no solo se cumple ritualmente frente al mar; las aguas del océano son, además, el espacio que cobija a la subjetividad poética mientras espera la llegada del ser amado; “un suspiro devuelve tu sombra al mar / para llevarte a casa”. Este último aspecto está en constante contradicción y es problematizado a lo largo del poemario.

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El poemario de Julia Yepjen está dividido en cuatro partes: Fortaleza de arena, Canción de arena, Sombras y Tintero azul. En todas estas secciones, el mar se construye no solo como un espacio de referencia situacional o motivacional del quehacer poético, también ejerce una influencia significativa en el ejercicio de escritura poética y funciona como un medio de liberación. En el poema VII de Tintero azul, por ejemplo, el mar se erige como un escenario de incertidumbres, frustraciones e imposibilidades; “Jamás volverá tu nombre a mi boca / tus manos a mis labios / tus dientes a mi lengua / tu boca a mi palabra / jamás tu soledad que emerge / y se hace mía / en la roja piel de una manzana / te espero en esta noche de lobos y marea”. Es notoria la contradicción entre el esperar a la persona amada y el saber que jamás llegará. Esta oposición, sin embargo, no es del todo cierta; por el contrario, evidencia una leve ilusión de recuperar al ser amado, pues las constantes negaciones terminan en un adagio de esperanza en medio de la marea.

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El transitar poético del Azul Mar

Azul Mar sobre noche estrellada se muestra como un transitar pleno en el que el sujeto lírico -interpelado por la presencia ritual del mar- peregrina por distinto estados afectivos. En este devenir, solo el lenguaje de la poesía será capaz de exteriorizar los dolores, las frustraciones y las esperanzas que se materializan en nuestras vidas. Ahora bien, el mar es el estado aparente de calma y tranquilidad en el que el sujeto lírico evoca lo vivido como forma de reinvención, pero es también aquel estado latente de inquietud por las inclemencias del tiempo; “el reloj cumplió su ciclo / y el otoño recogió tus hojas pálidas / con tristeza”. Desde mi perspectiva, el transitar expresado en este poemario es el que todos alguna vez hemos recorrido -o lo seguimos haciendo-; lo importante es que los lectores tenemos frente a nosotros un testimonio lírico que, de una u otra forma, tendrá los mismos efectos poético que tiene el mar en la vida de quienes aman (amamos) con plena libertad.

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