MITORAL I, libro escrito por el profesor viruñero Teodoro Bernabé Pereda y reeditado por Nectandra Ediciones, de Carlos Santa María Ruiz.
MITORAL I, libro escrito por el profesor viruñero Teodoro Bernabé Pereda y reeditado por Nectandra Ediciones, de Carlos Santa María Ruiz.

El folclore oral siempre es motivo de orgullo, identidad y regocijo para cualquier ser humano. ¡Quién de nosotros no se ha solazado con una anécdota o con alguna historia popular! El folclore oral le da dinamicidad a nuestra vida y rompe las fronteras del tiempo. Los hechos cobran vida y se actualizan cada vez que son contados o vueltos a contar.

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Gracias al folclore oral, los pueblos se reconocen y sobrellevan los pesares de la vida con humor, reverencia o picardía. Gracias a él, los pueblos trascienden los límites de la vida y preservan una conexión imperecedera con el pasado.

Por ello, celebro la reciente publicación de MITORAL I, libro escrito por el profesor viruñero Teodoro Bernabé Pereda y reeditado por Nectandra Ediciones, de Carlos Santa María Ruiz.

“Como Virú se estaba quedando sin memoria, el deber me llamó para rescatar los personajes que deambulan de boca en boca, ubicuos e incansables”, nos dice el autor en sus “Palabras preliminares”.

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Mitoral I: mitos, cuentos y leyendas de Virú” es un ameno libro compuesto por diecisiete inquietantes y alucinantes historias. En ellas nos encontraremos con lugares cotidianos pero mágicos, con personajes que se nos aparecen en los caminos solitarios (como La llorona), con aleccionadoras anécdotas relacionadas con el castigo divino, con historias de tesoros escondidos (como la carreta de oro), con difuntos que no mueren, con jinetes misteriosos que recorren dunas y arenales, etc.

¡Cómo evitar que se nos ponga la piel de gallina cuando leemos “El Bolsillo del Diablo” y nos enteramos de aquellas furtivas visitas que hacía el Diablo a sus mujeres (“unas finas que daban de qué hablar”)! ¡Cómo no creerle a Prudencio Soles cuando nos cuenta que le “había azotado el aire maligno y que había llegado medio mudo y cero hombre”, luego de su encuentro con La Llorona! ¡Cómo no aprender de la lección que recibió don Emilio Escobedo en “El castigo del Domingo de Ramos”, por hacerse el incrédulo e irreverente!

Como muy bien lo destaca Ricardo Gonzales Vigil, en esta reedición de Mitoral I “la voz colectiva de Virú, sus creencias y costumbres, no solo mantienen en cada línea su intensidad expresiva; se diría incluso que la acrecientan con cada lectura”.

Y es que “Mitoral I: mitos, cuentos y leyendas de Virú” no solo es un libro que reúne mitos y leyendas. Este es un libro mágico que “encanta” (entiéndase en todos los sentidos posibles) a quien lo lee.

En este libro, las historias se magnifican con su lectura. Se vuelven verosímiles e inverosímiles, al mismo tiempo, y adquieren vida propia, gracias a la intensidad de los acontecimientos y a la particular forma de construir el relato.

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El lector no solo se informa de sucesos extraños, insólitos y sorprendentes. El lector termina envuelto en los sucesos, arrastrado por la vorágine y por esa conexión generada entre el narrador y el lector-oyente. Es como si estuviésemos presentes en la alucinante historia, bajo el efecto de algún brebaje o simplemente atrapado por el encanto de las voces.

“No sé por qué, pero me late que usted no sabe la historia. Vea, una cosa es oír y otra cosa ver cómo a eso de las doce de la noche, hora mala, ardían en el cerro Huarpe, que se encuentra en la pampa de Buena Vista, a media legua del pueblo, unas luces que se apagaban y se encendían.” (La carreta de oro de Huarpe).

Como se podrá notar, el uso del vocativo en el relato le confiere un papel protagónico al narrador. El lector se somete a la “narración oral” y se subsume en la historia. Sin imaginarlo, termina participando de una noche mágica, en una tertulia que se le hace familiar, en medio de la oscuridad, alrededor del fuego o de una sencilla mesa.

Como muy bien lo señala el reconocido maestro Saniel Lozano Alvarado, Teodoro Bernabé “no solo se limita a investigar o recopilar; su tarea se enriquece con una inusual, cautivante y atractiva prosa que evidencia a un creador genuino, animado por el fervor a su tierra, a sus ancestros y a la idiosincrasia de su gente”.

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“Nada me cuesta confesar que cuando Fernandita Fernández, mi mujer, se iba en plan de comerciante a Salaverry, dizque con el pretexto de vender ciruelas en checos, me quedaba en la orilla del río, amontonado con mis dudas”. (Los gatos de La Alameda).

Gracias a esta particularidad narrativa, las historias de “Mitoral I: mitos, cuentos y leyendas de Virú” nos atrapan, envuelven e implican. Y, en esa vorágine, nos arrastran por un tiempo incierto, con personajes que reviven y nos reviven también.

Antes de terminar, quiero destacar dos aspectos aparentemente irrelevantes: Teodoro Bernabé no olvida su misión de profesor y desliza a través de las voces de sus personajes una muy sutil crítica a las autoridades y a ciertos comportamientos de algunas gentes; y, además, incorpora un glosario de sesenta y ocho expresiones para comprender el sentido de algunas palabras en desuso y, al mismo tiempo, enriquecer nuestra herencia lingüística y cultural.

Por todo ello, ¡MITORAL es un libro que vale la pena leer!

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