La narrativa de Oscar Ramírez se caracteriza por establecer vínculos indisolubles entre el pasado y el futuro; ataduras que nos muestran cómo lo vivido se consolida como una cadena de constantes consecuencias.
La narrativa de Oscar Ramírez se caracteriza por establecer vínculos indisolubles entre el pasado y el futuro; ataduras que nos muestran cómo lo vivido se consolida como una cadena de constantes consecuencias.

La narrativa de Oscar Ramírez se caracteriza por establecer vínculos indisolubles entre el pasado y el futuro; ataduras que de una forma u otra advierten cómo lo vivido se consolida como una cadena de constantes consecuencias. En los relatos que conforman el libro Braulio podemos notar claramente cómo la diégesis narrativa tiene una sólida relación con las vivencias y las emociones de los personajes que Oscar Ramírez ha ido poblando en sus historias. La memoria que resguarda esos sentimientos no es individual, carente de toda cercanía a las realidades sociales; por el contrario, los cuentos que conforman este libro nos permiten entender que la propia memoria es la de los demás; en palabras de Ángel Zapata: “Contar es contar con los otros”.

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El cuento que da nombre al libro ya nos presenta algo al respecto; a través de los vínculos que el cuento teje, el protagonista recrea sus recuerdos y los convierte en el presente de la narración; de su memoria emanan los momentos felices de la infancia en que iba con su familia a un parque de Barranco para ver una función de títeres. La nostalgia que lo invade no solo es la suya; pues en las demás memorias que transitaron esos años también hay recuerdos asilados y que, gracias a diferentes estímulos, también encontrarán su espacio de vivificación. El titiritero lo recuerda muy bien y la experiencia de este artista de la calle ineludiblemente es propia de una memoria colectiva de la que Braulio y otros niños más forman parte. En el cuento Braulio y en las demás historias del libro se advierte visiblemente que contar con nostalgia y emoción es convertir el pasado en historias cargadas de vida.

La intimidad de la segunda persona

Otro de los relatos que cumple con la lógica anterior es A los quince. El protagonista se llama Juan y su vida es una clara evidencia de que el pasado no solo es el tiempo anterior al presente; también representa el episodio de vida que se ha ido cobijando en nuestros recuerdos y que repercute de forma lamentable en el presente. Hay dos aspectos que me parecen significativo en este relato. En primer lugar, la historia se contextualiza en la época juvenil colegial; etapa crucial en la vida de los adolescentes, sobre todo, cuando los seres humanos comienzan a ilusionarse (y a sufrir) por el primer amor. En segundo lugar, en el texto destaca el manejo técnico, sobre todo, con el uso de la segunda persona; “encerrado en tu habitación, donde siempre te sentiste solo, nadie se acordaba de ti, nadie. Ah, Juan, mírate ahora, en este espacio tan tuyo y tan ajeno a ti mismo”. El narrador no solo cuenta la historia; también es aquella voz que le habla al protagonista y ronda en su mente; la polifonía que lo cuestiona hasta el último momento de vida.

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La estructura del texto

El libro Braulio está estructuro en tres partes. La primera se titula Lado A y está compuesta por 5 cuentos; A los quince y Braulio son dos de las historias más significativas de esta primera sección. La segunda parte se titula Lado B y destaca por la presencia de relatos que poseen un corte experimental tanto en lo técnico (uso prolongado de diálogos, elementos intertextuales) como en lo ficcional, es decir, se plantea explícitamente el pacto narrativo entre el autor y el lector. De las diez historias de este segmento, sobresalen En Blanco y Radionovela; esta última, sobre todo, porque los lectores presenciamos una historia que está dentro de otra y que conforme avanza la narración se genera un lazo interminable de dependencias. Finalmente, la tercera parte se titula Bonus Track y aquí aparecen cinco pequeñas historias que resaltan por su sentido irónico y cruel, sobre todo, cuando a los lectores se nos revela el final. Maniquí y El degollador son los relatos que mejor representan estas características y que aportan un rasgo adicional: la narrativa de lo sórdido. Por cierto, este 2023 Braulio será nuevamente editado por la editorial Silbaviento de la ciudad de Huancayo.

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La imaginada vida narrada

Javier Vásconez señala que cualquier vida puede ser narrada, solo hace falta sumergirse en ella. Desde mi perspectiva, la narrativa de Oscar Ramírez es una escritura ficcional que juega en los límites de lo personal y lo imaginado; no como una narrativa de autoficción; sino, más bien, como una propuesta que esconde lo que al inicio fue mostrado. Oscar Ramírez no revela su vida; la imagina a partir de sus recuerdos y en ese ejercicio de escritura también imagina la vida de los otros.

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