Llevaron un cuadro y pancarta con la imagen de la víctima a la iglesia en Ayabaca. Joven fue asesinada y enterrada en La Arena a manos de su tío político, que está detenido
Llevaron un cuadro y pancarta con la imagen de la víctima a la iglesia en Ayabaca. Joven fue asesinada y enterrada en La Arena a manos de su tío político, que está detenido

Los familiares de la joven Xiomara Alejandra Huertas Santiago, de 18 años, exestudiante de la carrera de Administración de la Universidad Nacional de Piura, que fue asesinada y enterrada por su tío en el distrito de La Arena, en Piura, llegaron a la iglesia del Señor Cautivo en y exigieron justicia por su crimen.

Ellos recordaron la promesa que tenían que llevarla al santuario ayabaquino. Hasta ahí y con lágrimas en el rostro y frente al Cautivo, llevaron un cuadro y una pancarta con su imagen y mensajes hacia la joven piurana. Asimismo, elevaron plegarias tras la muerte de la universitaria.

La Defensoría del Pueblo ha exhortado a las autoridades del Ministerio Público y de la Policía Nacional del Perú a actuar con celeridad en el caso del crimen de Xiomara, quien fue reportada como desaparecida y hallada sin vida cuatro días después de su desaparición, en el distrito de La Arena, en Piura.

La noche del pasado 23 de agosto, sus familiares encontraron a Xiomara, de 18 años, enterrada en la casa de sus tío en La Arena y dieron aviso a la Policía.

La joven estaba amarrada de las manos, en estado de descomposición y enterrado en posición fetal en el corral de la casa, en la calle San Martín, cerca al polideportivo, en el centro poblado de Vichayal.

Ante lo ocurrido, los agentes policiales lograron detener a Jorge Silva Álvarez, de 42 años, tío político de la víctima, que es el principal sospechoso, ya que habría confesado el hecho.

Un familiar contó en aquella fecha, que el detenido hizo un hueco en el corral, donde estaba amarrado un toro, para que no se acerquen a buscarla. “(...) Donde había un toro, debajo, para que disimule y para que nadie se acerque, había realizado una poza de casi tres metros y medio. Ahí la había maniatado de las manos y la había enterrado”, señaló Julio Mechato Olivares.