Los aniversarios se celebran por todo lo alto. En el mundo de la restauración, cumplir un año más siempre es motivo de alegría, sobre todo si dentro de los obstáculos que has tenido que superar se encuentran el fenómeno El Niño y una pandemia. El restaurante Pueblo Viejo de Cecilia Ríos y su esposo Kike, ha pasado por mucho, pero su trabajo constante y amor por la cocina chiclayana los ha llevado a seguir adelante trasladando su exquisita sazón directo al corazón de sus comensales. Hoy celebran sus cinco años en la capital rindiendo homenaje a la cocina lambayecana, poniendo en valor sus recetas tradicionales, productos marinos con técnicas ancestrales, así como los insumos agrícolas de su región. El pasado viernes se organizó un gran banquete de aniversario. El invitado fue Héctor Solís, chef de La Picantería y Fiesta, que junto a Ceci y la familia de Pueblo Viejo enaltecieron los exquisitos aromas, sabores y colores que engloban la cocina de la hermosa región de Lambayeque al ritmo de guitarra y cajón. Hablamos de exquisitas recetas que son el resultado de tradiciones culinarias ancestrales que se conservan hasta el día de hoy.
La celebración comenzó con un sanguchito de suave carne de cerdo asada enviada desde Chiclayo por la conocida familia Cannata, propietarios de uno de los hornos más conocidos de la ciudad. Seguimos con un fresco y sabroso Ceviche Monsefú, o Poda Monsefuana, plato típico elaborado con zarandaja hervida y molida en batán. Acompañan las tortitas de choclo de la casa aun calientes, de color dorado y bordes perfectamente tostados. Las partimos lentamente y dejamos que absorban el limón del ceviche que se mezcla con el delicado puré de zarandaja. Las famosas tortitas de Ceci Ríos son sólo el principio de lo que se viene esta tarde de sabor norteño. Continúa un clásico, y probablemente uno de los platos más famosos de Héctor Solís, su ceviche a la brasa, elaborado con mero murique, mejor conocido como el “rey del mar” con el punto perfecto de cocción, tierno sobre panquitas, jugoso y saleroso. Siguen tres contundentes fondos: las patitas en fiambre, que son gelatina pura, con la carne que se separa del hueso sin mayor esfuerzo y servidas con una zarza de cebollas crujiente. El chanchito adobado y oreado se acompaña con yucas doradas. Cierra con broche de oro el arroz con pato de la casa, la vedette del banquete, un plato que hemos probado repetidas veces y que resume ese hacer casero e impecable ejecución de ¨Ceci¨ Ríos, que se acumulan solo con los años de experiencia en la cocina, una receta que no tiñe de verde el arroz sino de ese amarillo dorado que el loche aporta, como debe hacerse en el norte. Si visitan Pueblo Viejo en estos días y se sienten con confianza, pregunten por el concolón, puede que tengan suerte y llegue a sus mesas. El plato dulce lo trajo Solís con un suave y cremoso helado de mamey bañado en abundante y delicada miel de higos. Un cierre perfecto para una tarde de fiesta donde la cocina chiclayana tradicional se celebra por todo lo alto.
Pueblo Viejo es uno de esos espacios que Lima necesita, donde se muestra la cocina regional y se ponen en valor recetarios familiares, donde se descubren preparaciones de antaño y se honran con ingredientes de buena calidad. Gracias Cecilia y Kike por abrirnos diariamente las puertas de su casa, que vengan muchos años más de buena sazón chiclayana en Lima.