Hace unos días Perú recibió cuatro reconocimientos por parte de World Travel Awards Latam, entre ellos el de mejor destino culinario líder en Sudamérica 2021. Una vez más, nuestra cocina nos da alegría en momentos que entendemos que la reactivación que necesitamos no sólo es económica, sino emocional.
A una micro escala, desde un pequeño grupo de cocineros, panaderos, promotores culturales, autoridades locales y empresas privadas -todos del Callao- sentimos los nuevos aires y muchos de los que evocábamos con nostalgia, durante las semanas previas a la organización del evento “Una Aventura llamada Callao” y con mayor fuerza, los días del evento realizado en el Hotel Hyatt Centric San Isidro.
El solo hecho de hacer planes primero, ajustar sabores, probar equipos, conocer nuevos aliados, y vincular lo mejor del Callao con jóvenes salseros, muralistas y niños de la orquesta sinfónica, nos procuraba la sensación de iniciar algo mucho más grande que un festival gastronómico. El desarrollo de la identidad del evento, el lenguaje de comunicación, los afiches, videos e historias para las redes; nos llevó a concebir el boleto de ingreso en forma de pasaporte, ya que siempre el objetivo de todo el esfuerzo fue promover el viaje al Callao. ¿Viaje de quién? Primero de las familias limeñas y de ahí que se llevó un poco del Callao a Lima para que Lima nos acepte la invitación.
En los días del evento constatamos que si antes de la pandemia ya se hablaba de consumidores que valoraban los productos y servicios con identidad cultural, el mundo que ha dado paso este bicho, ha dejado claro que aunque la economía y la política vuelvan a la normalidad, los seres humanos no lo harán. Es la marca buena que se forjó en millones de familias en cuarentena, desde las puertas de sus casas hacía adentro, pasando por sus cocinas y reposando en sus sobremesas. Hoy no sólo valoran, sino que su conexión emocional con las identidades colectivas, es automática.
Y más allá de ver a familias enteras que nos visitaron disfrutando desde algo tan básico como conversar con los cocineros chalacos, marcando el paso de baile con los jóvenes salseros y conmoverse con violines y chelos tocado por niños; nos quedamos con un público que nos visitará si les ofrecemos la misma seguridad pero ahora desde nuestra casa.
ESFUERZOS
Esta oportunidad que nos da nuevamente la cocina y la respuesta recibida ha logrado una dinámica virtuosa entre el Patronato por la Cocina del Callao, las autoridades ediles y regionales, el Ministerio de Cultura y empresas privadas como DP WORLD y Molino el Triunfo; que con la participación de Promperú han desencadenado en desarrollar una ruta modelo, inclusiva y segura al Callao.
Un trayecto que no barra nada debajo de la alfombra y que muestre procesos participativos vecinales, que puedan generar impacto en la bodegas, panaderías, emprendimientos familiares y agrupaciones de jóvenes salseros en ese tramo que nadie quiere ver cuando sale del circuito de playas y nos lleva por la Costanera, zona sur, Vigil para llegar a La Punta, pasando por Chucuito y la zona monumental.
El evento que hicimos, el reconocimiento a nuestra cocina, el impulso emocional y los planes públicos y privados en el Callao, abren nuevas vías que nos conectan con potenciales públicos de turistas nacionales que empiezan a viajar y que en cuarentena cocinaron en familia y estrenarán un nueva sensibilidad. Cuando pasa lo peor, nos asomamos a las primeras luces de la mañana, nunca mejor dicho como en la última frase de la novela Pálido caballo, pálido jinete de la la escritora Katherinne Anne Porter : “Ahora iba a haber tiempo para todo”.
La oportunidad que nos da la cocina ha logrado una virtuosa dinámica entre los sectores que buscan el progreso del Callao.