“Invito a que pensemos en otras opciones, y que este aumento de precios nos empuje a eso, como ha sucedido en el pasado”
“Invito a que pensemos en otras opciones, y que este aumento de precios nos empuje a eso, como ha sucedido en el pasado”

La subida de los precios del cacao es una buena noticia para los países productores, pero, paradójicamente nos ha puesto de cara a algunas limitaciones a todos los relacionados con el chocolate, sin importar el lugar de procedencia. Sí, desde hace un poco de un par de décadas la consignas para lograr mejor calidad se daba en gran medida por los altos porcentajes de cacao, dejando ligeramente de lado opciones con leche y ni hablar del chocolate blanco, al que se le acusa impunemente de no ser chocolate. Esta es una historia larga con muchas aristas, pero todos los caminos llevan al mismo lugar: nos encasillamos.

La filósofa Pilar Cortado de la IE University en una conferencia explora los límites vinculados a “conceptos específicos”, eso que ella llama “sesgos cognitivos” o creencias que actúan como especie de barrera que nos impide ver oportunidades. Nos invita a salir del esquema e imaginar otros usos o roles de los objetos o situaciones cotidianas. Me sirvo de su reflexión y la arrastro al campo del chocolate, donde sería bueno y pertinente preguntarse, cuáles otros espacios puede ocupar, de qué manera puede afianzar su presencia manteniendo los espacios ganados.

Cortado pone el ejemplo de una copa de vino, que básicamente la relacionamos a la bebida, tal vez, dependiendo de su forma y tamaño a una variante precisa como tinto o rosé. Pero qué pasa si con el mismo objeto creamos música, sembramos plantas o atrapamos mariposas. Sí, el chocolate para ser bueno no solo tiene que ser oscuro y en tabletas. Invito a que pensemos en otras opciones, y que este aumento de precios nos empuje a eso, como ha sucedido en el pasado, donde grandes crisis fueron la motivación para crear productos increíbles.

¿Quién paga y qué? Recientemente, he notado que tabletas que hasta hace pocos meses costaban 15 o 18 soles, ahora llegan casi a los 30. Esta proporción la pueden ver incluso con golosinas más económicas. Todos han tenido que subir los precios, porque el chocolate no es solo cacao, el azúcar también ha subido, al igual que la impresión de empaques, impuestos, el nivel de vida en general. Entonces, cuando le dices a un amante del chocolate que la tableta que tanto le gusta experimenta esa alza en el precio, se produce un breve silencio. Si tiene los medios la compra, pero la próxima vez no será tan pronto. Aquí no pongo en duda el valor de la tableta, pero, qué hacer para que no disminuya el consumo.

La tarea pendiente y necesaria es crear o impulsar distintos productos y usos para el cacao y otros teobromas, sin sacrificar la calidad y los precios porque se ha trabajado mucho para posicionar al chocolate de calidad, sus orígenes, reconocer el trabajo del productor, modificar el modo de percibirlo vinculándolo a un estilo de vida sano. Para que siga existiendo chocolate de calidad toca desencastillarlo.

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