El Bolivariano: La buena mesa desde hace 26 años
El Bolivariano: La buena mesa desde hace 26 años

La comida siempre ha sido un signo para entender la cultura de un lugar. Por ello, ir a un restaurante criollo, que capte la Lima añeja y jaranera, no tiene pierde. Pero ese viaje en el tiempo es un trabajo que pocos espacios gastronómicos lo logran a punta de buena sazón. Ese es el caso de El Bolivariano. Ante el avance marcial de la modernidad y sus franquicias de comida, este restaurante bar está en pie de lucha a ritmo de cajón y guitarra.

HISTORIA. En un principio, Angelo de Barbieri se unió a su mejor amigo, Santiago Queirolo, con la premisa de crear un bar. Como uno contaba con la experiencia en el rubro de vinos y el otro mantenía a buen frote dos panaderías, la imagen de dos exitosos empresarios en sociedad se veía muy tentador. “La idea era tener algo similar a un bar, pero no teníamos ni tiempo ni muchas ganas de trabajar debido a las otras agotadoras obligaciones. Al final decidimos poner a una administradora”, explica. Con la llegada de esta gerenta, la historia de este establecimiento cambió su tranquilo transcurso. “Ella dijo que el local era demasiado bonito para que sea solo un bar. Así que nos convenció de poner algo más acorde al ambiente del lugar”, confiesa De Barbieri. Y así, un 13 de diciembre de 1990, El Bolivariano vio la luz por la acertada culpa de aquella supervisora. Pero la década de su nacimiento fue una prueba que los mantuvo al límite. Sin ganancias o pérdidas, el dueño del local recuerda que aunque tenían la zona de bar y el espacio de comedor, solo se atendía en horas de almuerzo porque nadie salía de noche en una Lima con apagones, coches bomba y toques de queda. “Pero pudimos soportarlo. Pasó el tiempo y empezó a crecer el restaurante a medida que el país mejoró”, agrega.

SELLO CULINARIO. Pero la crisis también moldeó el legado de su buena mesa. “En ese tiempo, como la gente no ingresaba en gran cantidad, decidimos bajar los precios, agrandar platos y ahora es el formato que quedó hasta hoy. El Bolivariano es un plato grande. Acá no jugamos a la comidita, aquí damos bien servido”, detalla.

“EL VERDADERO PERUANO”. Esa abundancia en el plato marcó el perfil de su comensal. “A El Bolivariano, para empezar, viene el verdadero peruano, aquel que quiere comer bien, a comer criollo y a comer abundante”, precisa.

Pero no son los únicos. Sus platos tipo fusión -que también incluye pescados y mariscos-, gracias a alianzas estratégicas con agencias comerciales, lograron capturar a los extranjeros. “Como tenemos museos a dos cuadras de nuestro local, estamos en una ruta turística. Los visitantes, que quieren visitar el museo, pasan a almorzar a este local”, comenta.

CORAZÓN CRIOLLO. Tras ser consultado por el porqué de no elegir un negocio más “rentable”, De Barbieri revela que la idea sí rondó su mente. “En algún momento lo pensé. Pude meterme en una pollería o una pizzería por el tema del delivery, pero la idea siempre fue comida criolla y hoy sigo feliz con esa decisión”, concluye.