Las picanterías peruanas son patrimonio cultural, espacios primigenios y los núcleos originarios de las cocinas regionales en el Perú. El lugar donde nace parte importante de nuestra cocina: casas de familia que abrieron sus puertas para ofrecer menús a manera de sostén y apoyo. Lugares llenos de sabiduría y conocimiento, de recurso y sabor.
Héctor Solís ha sido uno de los pocos en Lima que puso en marcha el rescate de está práctica hace ya once años. Surquillo fue el distrito elegido, y desde ese momento hasta la fecha, esa concurrida esquina cambió la cara del barrio con una propuesta chiclayana donde el insumo es la base de su credo y su sazón te obliga a regresar cada vez que el bolsillo lo permite.
La gente comienza a aparecer a eso de las 11.30 de la mañana y para las 12 del medio día ya hay lista de espera. La renovada barra es el lugar perfecto para esperar a que esté disponible la mesa. Los chilcanos son de largo aliento y están elaborados casi exclusivamente con el pisco Chakupe de la casa. Juegan también con chichas de jora elaboradas por ellos, y cervezas artesanales.
La pesca del día incrustada en hielo adorna la barra del salón principal, donde la mesa se comparte, se usa babero para no ensuciarse y desde donde uno puede ver y elegir qué comerá ese día. Si no hay suerte puede cruzar la calle y sentarse en lo que era la bodega Chakupe, hoy es una pequeña extensión del comedor y también incluye un amplio y cómodo privado para 12 personas.
La Picantería nunca ha aceptado reservas, por ello recomendamos llegar temprano o en su defecto, dejarse llevar y disfrutar mientras espera. En este local la única preocupación es ofrecer el mejor producto posible, para ello garantizan su trazabilidad. El respeto y conocimiento de los productos marinos con el que trabajan es casi único, se respeta la temporada y la cadena de frío propia garantiza que el pescado de la mañana (venga del norte o del sur) llegue fresco y directo a la mesa. Los patos, cabritos, cerdos y arroces provienen del propio fundo, en Conde. Directo de Pomac viene el loche, con pulpa de naranja intenso y tintes dorados (es de nuestros productos con denominación de origen). El limón llega de Olmos y el culantro de Illimo.
Hay varias formas de comer en este local, una de ellas es elegir un pescado fresco, y degustarlo en varias presentaciones: ceviche o chicharrón del lomo, del espinazo una leche de tigre, si va entero puede ser un potente sudado. El menú cambia de acuerdo al día y lo que la despensa ofrezca, nosotros comenzamos con el ¨Rolling Stone¨, lengua de ternera a la parrilla, cebollín, mayonesa hecha en casa y tostas de pan baguette. Un plato por el que volvería todos los días. Ya tenía en la memoria un poderoso sandwich de lengua que probé hace unos años, y el estofado de lengua que comió mi abuela en otra visita. Sin duda un producto que dominan de manera notable, y para quienes somos fanáticos, un plato obligado cuando visiten el local.
Seguimos con un perfecto y elegante ceviche, pescado fresco coronado con ají cerezo; sigue un jaladito de mero, láminas de pescado curadas en sal y bañadas en salsa de ají amarillo y aceite de oliva. La tortilla de langosta al tausí picante es sublime, tortilla jugosa en el centro coronada con trozos de langosta en un crujiente y correcto chicharrón, bañados en salsa tausí con el punto correcto de picante. Cerramos con broche de oro con el pato asado lentamente, suave, tierno y de un sorprendente sabor. Acompaña un maravilloso arroz arvejado, use la cuchara y mezcle con el jugo.
De postre, los churros de la casa con salsa de cacao. Ligeros, crujientes, adictivos.
- La Picantería
- Santa Rosa 388 Surquillo
- 953489892
- @lapicanteriasurquillo