Hace poco más de 8 años, junto a mi esposa Gabriela, llegamos al Callao. Íbamos a conocer una iglesia en la cual se había habilitado una panadería para formar a jóvenes en riesgo social.

Una semana antes, el equipo de cocina del grupo gastronómico más importante del país nos aprobaba el diseño de panes artesanales y esperaban que nosotros seamos sus proveedores. Y nosotros no teníamos dónde producir panes. Nunca imaginamos hasta qué punto, ese viaje corto desde Lima nos iba a cambiar la vida. Todo lo que pasó después fue un descubrir permanente y claro: el Callao es mucho más que La Punta y el aeropuerto. Que las noticias que llegan no le hacen justicia a las muchas buenas noticias que pasan todos días en el Callao.

Que en el Callao la cocina peruana vive y se reinventa todos los días en las familias portadoras de las influencias de cuatro de los cinco continentes. Que existe un culto por el sabor, para la cocina, la salsa y el fútbol. Que comer donde el Colorao, Don Guiseppe, Mary Causas, El Comedor, la Combi Roja o en las cremoladas de Jessica, es  transitar por museos vivos de familias que no diferencian entre la cocina y el comedor, y menos entre la mesa y la sobremesa. Sí, los tesoros de la cocina peruana aún esperan ser descubiertos. Son cocineras y cocineros de temperamento oceánico que conjuran la vida y pandemia, con picardía, buen humor y la determinación de paredón.

EXPERIENCIA

Fui honrado en recibir el encargo de diseñar una ruta gastronómica en el momento en que mi esposa y yo abríamos la planta de panes artesanales, y que junto a nosotros nuestros hijos nos convertimos en los nuevos del barrio y al mismo tiempo privilegiados de conocer una dimensión del Callao que muchos limeños no tienen idea de que existe. Cada cuanto nos aborda esa sensación de descubrir una parte fascinante del paisaje humano, que siempre estuvo tan cerca, pero que, como en los mapas antiguos, estaba más allá del “aquí se acaba el mundo”. Teníamos la sospecha y ahora la certeza que aquí estaba la mejor parte del primer puerto. Su gente y ese orgullo de ser chalaco, que se nos reveló primero con nuestros maestros panaderos y transportistas, todos del barrio, y luego con los cultores de cada plato, en sus historias, sueños y frustraciones.

La cocina fue el atajo que nos permitió entrar en sus mundos íntimos y comprender que el tesoro del Callao exige romper con el estigma de violencia con que se relaciona al puerto. Los chalacos y chalacas que sostienen la ruta, ahora el Patronato por la Cocina del Callao, saben que esta es una oportunidad de mostrar una nueva imagen del primer puerto, segura, limpia, ordenada, en paz.

De todo esto y más está hecho el evento Una Aventura Llamada Callao, que se realizará el 8, 9 y 10 de octubre, en el Hotel Hyatt Centric San Isidro, aliado de aventura que junto a la participación de Promperú, la Municipalidad del Callao, el Gobierno Regional del Callao, la Dirección desconcentrada de Cultura, Molino el Triunfo y DP World; será posible llevar a Lima- el principal emisor de turistas del primer puerto- un pedazo del Callao donde cocina, salsa en vivo, bailarines y coleccionistas de discos de vinilo, buscan conectarse con las familias de Lima para que en su próximo viaje comprueben de que en el Callao se cocina en paz.

El primer puerto es mucho más que malas noticias asociadas con la violencia.

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