La relación del perro y el hombre es más antigua de lo que se sospecha. Se cree que en la prehistoria, el humano hizo uso del can para labores de caza. En 2019, National Geographic publicó datos de un estudio de la Universidad de Copenhague, que indicaba que hace 11,500 años, en lo que ahora es el noreste de Jordania, la gente comenzó a vivir junto a los perros.
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El vínculo no se rompería, al punto de que los canes acompañaron al ser humano en una de sus aventuras más grandes: la población de América. Científicos de la Universidad estadounidense de Buffalo analizaron el ADN de un fragmento de hueso de perro encontrado en el sudeste de Alaska, según reporta la agencia de noticias AFP.
Primero creyeron que era de un oso, pero un análisis en profundidad reveló que se trataba de una parte del fémur de un perro que vivió en la región hace unos 10,150 años. Pero no era un can americano. Los perros originarios de nuestro continente, llamados de “precontacto”, precedieron a la llegada de los canes de razas europeas, que acompañaron a los primeros pobladores humanos.
Una teoría del poblamiento
“Como los perros están vinculados a la ocupación del espacio por parte de los humanos, nuestros datos ayudan a precisar no solo una fecha, sino también un lugar para la entrada de perros y humanos en las Américas”, explicó Charlotte Lindqvist, bióloga de las Universidades de Buffalo y Dakota del Sur a AFP.
Se cree que las personas emigraron desde Siberia, a través de lo que se ha convertido en el actual estrecho de Bering, hace entre 30,000 y 11,000 años. El estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, apoya la teoría de que los humanos poblaron el continente norteamericano desde Siberia, a través de una carretera costera.
Hay un debate acerca de si, una vez que cruzaron el actual estrecho de Bering, los primeros humanos avanzaron hacia el continente por un corredor continental o por una carretera costera a lo largo del Pacífico. Un análisis del fragmento óseo demostró que el animal seguía una dieta “marina”, basada en los restos de peces, focas y ballenas. Esto favorece la teoría de una ruta costera para las primeras llegadas.
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