Cuanto más se conozca a los candidatos será mejor, es la frase más escuchada o leída antes de unas elecciones en nuestro país. Pues bien, hace poco se informó que 215 postulantes al Congreso de la República tienen antecedentes penales o civiles. Los casos van desde hurtos y estafas hasta violencia familiar y demandas por alimentos.

El Perú atraviesa una grave crisis sanitaria y económica, pero también moral. Resolver estos problemas es urgente. Por lo tanto, cambiar esta triste realidad es un desafío mayúsculo. Hay que integrar ambas necesidades, que a estas alturas son carencias extremas, y darle solución, no solo con planes efectivos sino también con honestidad.

Para ello debemos elegir bien. Hay que tener en cuenta que si las personas no son honestas en su vida privada, tampoco lo serán en la vida pública. Debemos informarnos bien para no estar expuestos al fraude y el engaño.

Todos los candidatos a la presidencia se llenan la boca diciendo, palabras más, palabras menos, que hay que refundar el país en el año del Bicentenario. Pero creemos que uno de los caminos para que se concreten los buenos deseos es que se reconstruya la autoridad moral de los que nos gobiernan. Por lo tanto, llevar en sus listas al Parlamento a gente que se burló de la justicia es, por lo menos, controversial.