Parecía que Pedro Castillo era, además, sordo, pero no, escucha bien, como lo demostró al reaccionar ante el abucheo en el hospital Rebagliati. Y la respuesta que sacó del bolsillo fue ofensiva para los pacientes y sus familiares: “…los que gritan afuera, ¿saben por qué?, porque hoy no tienen espacio para robarle a este pueblo…”. Tremenda osadía si recordamos que el mandatario es investigado por supuestamente encabezar una red corrupta.

Quien trató de dorar la píldora frente a la impronta presidencial fue, cuándo no, el ministro de Trabajo, Alejandro Salas, alegando que su jefecito se refirió a “los de afuera, los que cuestionan desde afuera al Gobierno”. Sí, Juan. Este señor pretende tomarle el pelo a la población, enfrascado sin vergüenza alguna en el papel de guardaespaldas, defensor, adulón y ahora traductor del profesor chotano. Quiere destronar al histórico Carlos Ferrero.

Y si Castillo Terrones oyó lo que le gritaron en el nosocomio, seguramente habrá parado la oreja a las exclamaciones que volaron por el aire en la multitudinaria marcha “Reacciona Perú” pidiendo su salida de Palacio de Gobierno. Ese “Fuera, corrupto, fuera”, entre otras exigencias de igual calibre, no es gratuito, se lo ha ganado a pulso. Y debe dejar de hablar de “mi pueblo” porque la mayoría de peruanos desaprueba su tambaleante gestión.

Ahora solo falta que Pedro Castillo escuche a Pedro Castillo, se golpee el pecho y finalmente entienda que lo mejor que puede hacer por el país es dejar el cargo que, a todas luces, le quedó grande. Está largamente demostrado que tiene asidero la incompetencia total permanente y el Perú a este ritmo, con falencias y escándalos a diario, no irá a ninguna parte. Bueno sí, se irá por el barranco.

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