En los primeros nueve meses de 2024, más de 600 mil peruanos dejaron su país, y en tres décadas, más de tres millones emigraron sin retorno. Según Ipsos, el 76% de los jóvenes peruanos entre 18 y 25 años sueña con emigrar. Este fenómeno evidencia la aspiración de muchos por estudiar fuera, buscando mejores oportunidades académicas y laborales.

Estudiar en el extranjero no solo complementa la formación profesional, sino que abre horizontes únicos. Los grandes referentes en empresas internacionales o la academia suelen tener experiencia educativa en el exterior. Esto responde al techo de aprendizaje en nuestro país que impulsa a buscar nuevas perspectivas y conocimientos.

Además, adaptarse a otras culturas desarrolla habilidades sociales, interculturales y adaptativas. Desde una perspectiva personal, estas experiencias amplían la visión del mundo y estimulan soluciones innovadoras a problemas. Profesionalmente, crean redes globales y una comprensión más profunda de los retos internacionales.

Aconsejo a los jóvenes reflexionar antes de lanzarse a la educación superior. Tomarse un año sabático para trabajar, estudiar una carrera corta o explorar vocaciones puede ser invaluable. Asimismo, iniciar estudios universitarios en el país antes de transferirse al extranjero facilita la claridad vocacional, experiencia universitaria previa y madurez emocional.

Cada decisión debe alinearse con los valores y metas familiares. Sin embargo, preparar a los adolescentes para un mundo globalizado que incluya una estadía en el extranjero aumenta su potencial y favorece un futuro lleno de oportunidades.

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