Sócrates ilustraba la escritura como una pintura estática, carente de diálogo y personalización. Su pedagogía se caracterizaba por usar preguntas abiertas y desafiantes para llevar a los estudiantes a cuestionar sus propias creencias, examinar sus supuestos.

La antítesis perdura en la educación tradicional, con la enseñanza unilateral. La incorporación de la escritura y la imprenta en las aulas consolidó una pedagogía pasiva, con maestros transmitiendo conocimiento. Libros, cine, radio y televisión también comparten esta unidireccionalidad, sin abrir mejores opciones al aprendizaje.

Sin embargo, la tecnología, con un énfasis en la Inteligencia Artificial (IA), ha prometido durante décadas una interacción educativa más rica. A pesar de esto, la brecha digital entre docentes, la diversidad de habilidades requeridas y la rápida evolución tecnológica perpetúan el rezago. No obstante, una solución emana: la colaboración entre educadores en tareas conjuntas, donde los maestros abracen esta nueva realidad, colaborando con las tecnologías para impulsar la educación.

La alfabetización digital, vital para el futuro de los estudiantes, descansa en la capacitación constante de los docentes. Su evolución hacia la “ciberdocencia” se vuelve crítica. Para lograrlo, deben adoptar un enfoque colaborativo, incorporando las capacidades de la IA en el aula. Este desarrollo profesional continuo finalmente anclará la alfabetización digital como un componente fundamental de la formación estudiantil. En resumen, el futuro educativo reside en la sinergia entre maestros, tecnología e Inteligencia Artificial.

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