Mariella Trejos, actriz colombiana que por elección propia deçidió radicar en nuestro país desde hace seis déçadas, falleció hace exactamente una semana. A raíz de su partida, se generaron algunas informaciones en las que se reseñaba la causa de su muerte y el estado de abandono en el que se encontraba tras ser internada en un albergue. También se le recordaba por su participación en la teleserie “Así es la vida”, y algunas otras participaciones televisivas o teatrales, pero la hoy desaparecida artista fue mucho más que eso. Trejos, por ejemplo, fue integrante de una promoción de actores, pioneros de la televisión local, y una de las protagonistas de la telenovela que puso al Perú en el mapa televisivo internacional: “Simplemente María (1969). Sus compañeros de elenco, Saby Kamalich y Ricardo Blume, debido al éxito que obtuvo la producción fueron contratados por la televisión mexicana y cuentan que a pesar que a ella también le hicieron la propuesta, decidió quedarse en el Perú. La actriz también formó parte de “Carmín” (1985), otro boom de la televisión que generó que nuevamente las telenovelas peruanas fueran consideradas y apareció durante los casi 400 capítulos de la historia. El teatro fue su habitat, trabajó con los mejores directores y su personaje de Aldonza en el musical “El hombre de la mancha”, que se presentó en el Marsano, quedó para el recuerdo. Mariella Trejos tuvo una carrera exitosa, destacada, que no merece ser recordada solo por la desgracia, la tristeza y la soledad de sus últimos años, que fueron producto de una mala jugada del destino. Hay que asociar a la actriz por lo que aportó a las artes escénicas desde su trinchera y su presencia enérgica e imponente sobre los escenarios. Eso sí, no es una novedad que la cultura en el Perú nunca será considerada algo prioritario, por eso, es que muchos de nuestros actores por una u otra circunstancia, terminan sus últimos días en medio de la carencia y la enfermedad. Por esta dolorosa realidad, es urgente, que así como México, Argentina, entre otros países, se habilite por alguna gestión privada o pública La casa del actor, en el que luego de analizar el real estado de los asociados se les pueda dar techo y comida a quienes dieron su vida al arte. Los aplausos y halagos de buenos tiempos no duran ni permanecen en tiempos difíciles y es allí donde nuestras artistas merecen que se les dé una mano.