“¿Por qué se enronchan tanto?”, preguntó la congresista de Fuerza Popular, Tania Ramírez, a los que cuestionaban el aguinaldo navideño de mil 700 soles para cada parlamentario y trabajador del Legislativo. Serán más de 4 mil 572 beneficiados y los peruanos pagaremos casi 7 millones de soles para que las personas más repudiadas del país se lleven su “canastón”.

Waldemar Cerrón, de Perú Libre, también preguntó. “¿Y cuál es el problema?”, dijo de manera desafiante.

A veces pienso que los congresistas solo buscan provocar a los peruanos. Porque este culto de sacar ventaja de sus cargos como sea posible es una bofetada a la gran mayoría de la población. Está claro que recibir un voluminoso aguinaldo en un mes en el que ya se metieron al bolsillo más de 40 mil soles es, por decir lo menos, una muestra de desconexión con la realidad de sus representados.

En medio de una coyuntura económica adversa para el común de los ciudadanos, marcada por la inflación, la falta de empleo y una creciente desigualdad, el Congreso ha tomado una decisión que pone de manifiesto una brecha abismal ellos y los peruanos que sufren grandes penurias económicas.

Esta medida, más allá de su impacto económico, arroja luz sobre la percepción de la clase política y sus prioridades. Queda patente que, una vez más, los representantes del pueblo no están ahí para abordar las necesidades de la población, sino para satisfacer sus propios intereses personales. Esta decisión, en un momento en el que la ciudadanía clama por soluciones concretas a problemas apremiantes, solo alimenta la desconfianza hacia la clase política y agudiza la sensación de abandono.

TAGS RELACIONADOS