El Congreso peruano aprobó una ley que busca incluir contenidos sobre la historia del terrorismo en el país en el currículo escolar. Pretende fortalecer los valores patrios y enseñar la verdad histórica. Sin embargo, surge el debate sobre cómo enseñar adecuadamente la historia del terrorismo de manera objetiva y sin sesgos políticos.

La propuesta requiere un enfoque multidisciplinario que promueva la construcción de memoria colectiva y su implementación plantea interrogantes sobre cómo capacitar a los docentes para abordar el tema y fomentar el pensamiento crítico en los estudiantes.

A menudo, los congresistas no comprenden la dimensión pedagógica y la complejidad del tratamiento de estos temas y suponen que la versión oficial es objetiva. Sin duda el terrorismo es inaceptable, pero existe el temor de que analizar las falencias del estado como causante de malestar social sea interpretado como justificación del terrorismo, así como preocupación por transparentar los crímenes cometidos por agentes estatales.

Una educación basada en verdades oficiales distorsionadas socava la credibilidad y la confianza entre educador y estudiante, limitando la formación democrática, porque el reconocimiento crudo de crímenes y errores históricos es fundamental para una educación democrática.

El Congreso debe considerar las implicaciones de introducir un tema polémico en el currículo sin abordar aspectos como la capacitación docente y la enseñanza imparcial.

La educación no debe complacer a los políticos, sino buscar la formación de ciudadanos informados, críticos y democráticos.

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