Uno de los más importantes logros de los miembros de las Fuerzas Armadas que combaten en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) se dio en julio de 2019 con la captura, en Huancavelica, de Hugo Sixto Campos Córdova (a) “Julio Chapo”, uno de los más salvajes mandos militares de la banda de narcotraficantes que opera en la zona bajo al mando de los hermanos José y Víctor Quispe Palomino, que son un residuo de lo que fue Sendero Luminoso.

Su detención estuvo a cargo de efectivos del Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales Conjuntas (CIOEC), en coordinación con agentes de la Dirandro y la Diviac, ambas unidades de la Policía. Fue un fino trabajo que dio sus frutos. Luego de eso “Julio Chapo” fue traído a Lima para su juzgamiento. Los medios lo informamos. Sin embargo, en las últimas horas el Poder Judicial ha dispuesto su liberación debido a que se venció el plazo de su detención preventiva.

Este criminal era considerado el número cuatro de la banda de los Quispe Palomino y ha sido sindicado por cometer asesinatos, torturas y acciones delictivas, entre ellas emboscadas a militares y policías. Pese a ello, gozará de comparecencia restringida e impedimento de salida del país. Todo el trabajo de los militares y policías que se han jugado la vida por agarrar a este asesino del VRAEM, se ha ido al agua al no haber aún una denuncia del Ministerio Público.

Así lo ha señalado la Segunda Sala Penal Superior Nacional Transitoria Especializada en Crimen Organizado en una resolución que me imagino que debe ser muy celebrada por los Quispe Palomino y todos los narcoterroristas que los rodean en su escondite. ¿Dirá algo el órgano de control interno del Ministerio Público? ¿La fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, hará algún comentario sobre el trabajo de sus deficientes subordinados?

Lo que ha hecho nuestro sistema de justicia al disponer la libertad de “Julio Chapo”, es una zancadilla al trabajo que hacen los militares y policías en el VRAEM. Es una manera de hacerle el juego a los asesinos, torturadores, secuestradores y narcos que se deben estar riendo de los peruanos. ¿Así queremos ver pacificada esa zona del país? Parece que los golpes que nos han dado el terrorismo y narcotráfico en más de 40 años, no han servido de nada.