Recientemente, el gobierno de Pedro Castillo, conforme a facultades delegadas por el Congreso de la República, expidió el Decreto Legislativo 1527 que modifica la Ley del Impuesto a la Renta y que buscaría que los incrementos patrimoniales no puedan ser justificados a través de “donaciones” o “regalos” de terceros, salvo que estos se sustenten en una Escritura Pública. Sí, leyó bien, a partir de la fecha y según la peculiar norma legal, se obliga a empresas y a todos los ciudadanos en general, a que las donaciones de bienes “muebles” que hayan sido recibidas con ocasión de matrimonios o acontecimientos similares (se me ocurren infinidad de ideas: bautizos, quinceañeros, bodas de plata, graduaciones y un largo etc.), cuyo valor supere el 25% de la UIT es decir S/.1,150, deberá ser sustentado en una “Escritura Pública” o documento de fecha cierta (legalizando tanto la fecha como la firma del que regala y del afortunado que recibe, ante Notario Público), de lo contrario, no podrá ser sustentada como legal y seguramente será fiscalizada para que pague el Impuesto a la renta correspondiente. Es decir, a criterio del gobierno y para controlar la evasión tributaria, se les ha ocurrido la brillante idea de que los millones de peruanos que nos regalamos presentes en diferentes ocasiones, deberemos desfilar por las oficinas de las aproximadamente 531 notarias que hay a nivel nacional, pagar la tasa de servicios que ellos unilateralmente dispongan (seguramente los notarios con poca chamba estarán muy contentos con la norma) y cumplir así este ritual burocrático sin sentido común. Lo cierto es que, en un país en que campea la informalidad, bordeando en más de 75%, se imponen normas absurdas que jamás se cumplirán y que lo que si producirán es que los peruanos regalemos más barato a quienes queramos agasajar o simplemente regalemos plata en mano, para evitar la absurda pretensión estatal.

Ya en la actualidad, si una persona no puede justificar un abono en su cuenta corriente, se presume que dicho ingreso es renta gravada con el impuesto a la renta, pero ahora, eso parece no resultar suficiente, van por más!. Deberían encontrar la forma de gravar tributariamente, de la manera más severa, las coimas o corruptelas ilegales que son abundantes y estamos seguros, la recaudación fiscal podría crecer como espuma, en lugar de perturbar la tranquilidad que unos pequeños regalos que los mortales podamos hacernos entre nosotros, pueda causar. Mi abuela les diría seguramente “bellacos”, y es que hay que ser bien bellaco para hacer una norma tan falta de sentido común.

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