Para nadie es un secreto que vivimos en un mundo configurado bajo el principio posmoderno agnóstico: “etsi Deus non daretur” (como si Dios no existiese). Este relativismo donde nada es verdad y toda mentira es potencialmente la base de un sistema ideológico, político y educativo, ha edificado la civilización posmoderna que experimentamos. De tal relativismo radical podría emerger una civilización insolidaria, maniquea, frívola y de entraña despótica donde no habría lugar para nada verdadero, nada justo, bello o auténticamente libre. Contra todo eso se yergue la verdadera universidad.

La Universidad tiene el sello de la apertura cristiana. Sin el cristianismo no habría Universidad. Nacidas bajo el amparo de la Iglesia Católica, las universidades fueron la extensión de la vocación global cristiana y se desarrollaron apelando a la búsqueda del saber superior, fomentando el bien común y el respeto a la verdadera tolerancia, la que sabe llamar a las cosas por su nombre. La Universidad ha forjado Occidente y la Iglesia fundó la Universidad.

La Universidad San Ignacio de Loyola, orgullosa de sus raíces cristianas, sello indeleble que porta en su propio nombre, ha decidido consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús mañana viernes 19 de junio al mediodía. Alumnos y profesores, trabajadores y amigos de la universidad, todos juntos, estaremos pendientes de la Santa Misa vía USIL TV, pidiéndole al Señor, fuente de toda sabiduría, que guíe a nuestro país y a nuestro querido claustro hasta el fin de la pandemia. Razón y fe conviven en la USIL de manera armoniosa. Después de todo, toda universidad cristiana custodia lo mejor de Occidente y lo más noble del Perú.