Las pandemias aparecen con relativa frecuencia. Ocurrió con SARS en 2003, Influenza en 2009, MERS en 2012 y seguirán apareciendo por la interconexión del mundo que les permite desplazarse a través de las fronteras. Además, hay otras amenazas que las nutren: el calentamiento global y la deforestación que aumenta la aparición de nuevas enfermedades.
La pandemia evidenció la fragilidad del sistema de salud y las cadenas de suministro, produciendo daños a la educación integral, desempleo especialmente de mujeres (para atender a hijos en casa), aumento los gastos fiscales (inflación). A nivel hospitalario la cuarentena suspendió cirugías y requerimientos de atención médica.
Por el lado positivo, las empresas se adaptaron y reinventaron para adoptar el comercio electrónico y para reconvertir su producción hacia las necesidades de la pandemia (desinfectantes, respiradores, máscaras, vacunas, medicamentos, etc.). Hubo una exitosa asociación público-privada entre los fabricantes de productos farmacéuticos y vacunas y las agencias reguladoras del gobierno.
Quedó claro que se necesita más innovación tecnológica para detectar, intervenir y crear contramedidas a una escala masiva de manera temprana y rápida. Contar con tecnología que permita crear pruebas moleculares de precisión en tiempo real a escala masiva para la vigilancia, detección temprana y desarrollo de contramedidas
Bien aprovechadas las lecciones, la pandemia puede ser una gran oportunidad para potenciar la investigación y reformular nuestra vida laboral y personal, más allá del telestudio y teletrabajo y sus versiones híbridas.